Son cuatro frikis». Es la frase con la que se califica y descalifica al mismo tiempo a los muchos o pocos valencianistas que tengan la intención o tentación de manifestarse antes del partido con el Sporting de Gijón, -o después, o cuando sea-, para protestar por la esperpéntica gestión de Meriton al frente del Valencia. Le he dado muchas vueltas al respecto, y todo esto me recuerda a lo de ´cartulineros´. Me explico. Como yo lo veo, da lo mismo si son dos o si son dos mil, y da lo mismo también si es antes del partido con el Sporting, después, al día siguiente o dentro de un mes. Lo esencial es que hay aficionados que no están contentos y lo quieren decir al mundo, y por pocos que sean, creo que representan a muchos, porque esto se puede decir con absoluta tranquilidad y sin caer en la demagogia: la gran mayoría del valencianismo está enfadado, cansado, harto, decepcionado, desencantado, desilusionado? llámalo como quieras. Por eso creo que los pocos o muchos que protesten, representan a esa mayoría, aunque es evidente que la cosa cambia mucho si protestamos mi neurona preguntona y yo en estas cuatro ´letras arrejuntadas´, a si protestan miles de aficionados en la calle. Quiero decir que cuantos más haya protestando más se ejemplifica la protesta, el desencanto, la desilusión, el enfado o como demonios lo quiera llamar cada uno. Soy de los que piensa que cada aficionado es libre de hacer lo que le dé la gana, pero particularmente me molesta bastante eso de «son cuatro frikis» o «son los de siempre», porque la realidad es que estamos ante valencianistas con ganas de que el Valencia cambie a mejor, y eso me parece muy sano. Por otra parte, si para unos utilizamos esa manera despectiva de expresar las cosas, hagámoslo con todos, porque lo digo sinceramente, ¿acaso no parecen un poco frikis Layhoon, Kim Koh o Murthy como gestores de club? ¡Si no tienen ni idea de lo que llevan entre manos...! ¿Hacen falta más pruebas? Por otra parte, no es menos cierto que en la medida en que protesten pocos aficionados ´o los de siempre´, pues más cargado de razón estará quien ha convencido a Murthy y Layhoon de que la afición del Valencia no está enfadada. Y hoy no digo quién es porque no me apetece.

Dicho todo lo anterior, ahora no sé por qué ni a santo de qué, pero alguien me habló hace unos días de Rafael Conde El Titi, lo que me llevó a pasar la noche del jueves trasteando por youtube y escuchando algunas de sus canciones que, inevitablemente, me llevaron a mi infancia y adolescencia. El Titi era un ídolo en mi pueblo. Recuerdo la primera vez que lo vi actuar en la plaza... Y sobre todo recuerdo el cariño que le tenía la gente. ¡Mi abuelo y mi abuela lo adoraban! Se hacía querer. Con el tiempo terminé conociéndolo un poco porque a veces venía al bar de mi madre si actuaba cerca de mi pueblo. Jamás olvidaré la primera vez que me acerqué a él estando en la barra y le pregunté asustado qué quería tomar... Y también con el tiempo he podido calibrar en su justa medida la altura y catadura moral de este manchego de nacimiento y valenciano de adopción. ¡Un artistazo! ¡Y un tipo valiente y sin complejos! Decía cosas en una época que pocos se atrevían a decir. ¿Y por qué escribo hoy de El Titi? Muy fácil, escuchando su canción ´Libérate´, que es una invitación a que cada uno le diga al mundo su condición sexual sin miedo, pensé en hasta qué punto tenemos que liberarnos todos. O mejor, hasta qué punto tenemos que liberarnos los valencianistas y enseñarle al mundo nuestra pancarta sin miedo a ocultarla, «y que un mal rayo le parta a quien no quiera mirar». ¿Dónde está el problema? ¿Acaso no está justificada la protesta? El Titi cantó a su condición sexual y estaba solo, pero lo hizo sin miedo al qué dirán, porque como dice La Fuga, «me importan los de verdad, los que comparten mis días». Y eso reivindico yo en esta metáfora extraña en la que me he metido y de la que no sé cómo salir sin pisar un charco ni ofender a nadie. Reivindico el derecho de los valencianistas a protestar sin tener que ser calificados de frikis de manera despectiva, porque ahora más que nunca está justificado el enfado, y demostrarlo de manera cívica y ordenada, es coherente y hasta necesario. Y si es con gracia y salero como hacía El Titi, pues mejor. Lo digo como lo siento, pero Rafael Conde El Titi me representa. PD: Tanto Barricada y Extremoduro para acabar con El Titi...Tiene razón mi mujer, me hago mayor.

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