El día en que Marcelino leyó las declaraciones de Mat Ryan diciendo que quería volver al Valencia pero solo si le aseguraban que iba a jugar, me lo imagino llamando inmediatamente a Mateu Alemany para decirle, «otro, quiero otro. El australiano ya no me vale». Es más, creo que fue una causa efecto, sus palabras la causa y el efecto que ya no pertenece al Valencia. Sé que no es más que una fabulación personal, pero de ella podemos extraer una conclusión: la salida de Ryan, más allá de lo económico que no dudo que ha pesado, nos está diciendo que Marcelino no quiere jugadores que no estén dispuestos a convencerle trabajando. Ese es el primer paso para construir un equipo de fútbol y Marcelino lo tiene muy claro, a partir de ahí, depende de Peter Lim.

Gracias al Femenino

Entre tanta euforia con el Valencia Basket se nos ha ido el final de temporada del Valencia femenino entre los dedos y no nos hemos dado ni cuenta, así que valgan estas palabrejas para felicitar a las jugadoras por la temporada realizada y fundamentalmente para agradecerles que ellas han sido protagonistas de algunos de los pocos momentos de emoción de los últimos meses. Gracias a ellas, una mañana de domingo pude reconciliarme con la esencia misma del sentimiento valencianista, eso que no se puede explicar porque las palabras se quedan cortas para decir todo lo que siento.

Cuatro y la caguerà

El vídeo de Cuatro, y hablo del canal de televisión, sobre la victoria del Valencia Basket ante el Real Madrid es, por decirlo así de manera suave, ¡una caguerà!, que diría Paco Roig. Y bien gorda. Trataron de venderle al resto de ese país que es España y que ellos confunden con lo que queda dentro de la M30, que la Fonteta fue una trampa mortal para el Real Madrid porque al salir los cavernícolas valencianistas los estaban esperando para lanzarles piedras, lanzas y flechas, y arrastrarlos de los pelos hasta el autobús... ¡y tirarlos desde un campanario si se descuidaban! No defraudan nunca y les importa un pimiento si el Valencia Basket ha hecho feliz a alguien ganando la Liga. En lo que a mí respecta, de baloncesto entiendo lo justito, pero sé detectar cuándo algo llega al corazón de la calle. En la capital jamás entenderán qué supone para la gente la victoria del Valencia Basket, por eso hoy me acuerdo de Ana aunque no la conozco de nada. Gracias a la redes sociales sé que se deja el alma a diario tratando de salvar la vida a perros abandonados y en la medida de lo posible, le echo un cable. El otro día, cuando terminaba el partido me dijo por tuitter: «Carlos, estoy temblando de emoción con el Valencia Basket. Me acuerdo de mi padre y no puedo dejar de llorar. #APerLaLliga». Me gusta pensar que tenía la necesidad de decírselo al mundo y yo pasaba por allí...

PD: Los de Cuatro y compañía no nos entienden, pero mola más así.

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