El pasado miércoles Marcelino apareció en la sala de prensa de Mestalla con el semblante serio y como él mismo dijo estaba «triste». Lo estaba, porque sabía que el equipo había perdido la oportunidad de encarrilar, mucho más, el pase a las semifinales de la Copa del Rey y no lo hizo porque se confió. En apenas quince días el Valencia CF de Marcelino ha regalado 90 minutos entre la eliminatoria de Las Palmas y la del Alavés. En Gran Canaria, el equipo salió a verlas venir y ante los vascos se repitió esa imagen de equipo poco intenso, menos generoso en el esfuerzo de lo habitual y por consiguiente un equipo muy impreciso en la circulación y con fallos graves de concentración que dan muchas facilidades a los rivales para acercarse al gol.

Todo eso lo ha detectado Marcelino y por eso fue duro y sincero tras ganarle por la mínima a los blanquiazules. Otro entrenador se hubiera quedado con la remontada y hubiera echado mano del libreto de topicazos baratos como el «también hay rival, son muchos partidos seguidos, hay que mirar sólo la segunda parte...». Sin embargo, el asturiano cogió el toro por los cuernos y levantó la voz. Mandó un mensaje cristalino a su vestuario y lo hizo sin morderse la lengua. «Desde que tocó el Alavés, pese a mis esfuerzos, todos hemos pensado que estábamos en semifinales». Crudo, directo y sincero. Marcelino dejó bien claro que el problema había estado en la manera de encarar la eliminatoria y pese a que eso haya podido pisar algún callo en el vestuario lo dijo firme.

Marcelino sabe que en el club ahora mismo tiene casi tanta fuerza como el máximo accionista porque ha sido él quien con su trabajo ha colocado otra vez al Valencia CF en el lugar que por historia le corresponde. Por eso, y porque el técnico ha debido detectar algún tipo de relajación en ese vestuario fruto de la buenísima primera vuelta del equipo y el colchón sobre la quinta plaza, fue por lo el técnico mandó un claro mensaje a navegantes. En este Valencia CF no se negocia el esfuerzo, la intensidad y la máxima competitividad los noventa minutos.

El mensaje está mandado y bien alto. Ahora debe ser el vestuario el que recoja el guante y demuestre en los próximos partidos si ha calado y se ha entendido. Casualmente, los dos próximos rivales son contra los que se dejó llevar el equipo en el último mes y este mensaje del entrenador, que en otra época estaría haciendo temblar al valencianista por miedo a que la plantilla se revolviera contra el entrenador, es hoy un aviso claro para aquellos jugadores que no están rindiendo como de ellos se espera en estas últimas semanas. Los dos últimos cursos han servido para que los jugadores detectaran un club débil y que siempre cortaba cabezas en el banquillo. Ahora, la historia ha cambiado y en el banquillo está sentado la cabeza del proyecto y la persona a la que Lim le renovaría diez años sin dudarlo.

Es decir, Marcelino sabe que tiene la confianza total del club y por eso ha querido espabilar a su plantilla justo a mitad del camino e incluso con una clasificación inmejorable en la Liga y muchas opciones de estar en semifinales de la Copa. Lo ha hecho ahora que las cosas van bien para seguir en esta senda y evitar sustos y crisis más complejas en las que los ambientes se enrarecen. Estoy tan convencido de que el mensaje de Marcelino tendrá un efecto positivo en el vestuario que prometo escuchar entera una canción de esas raras que pone ´guitarreta´ en Tribuna si no ganamos los tres próximos partidos. Mi pensamiento es básico, prefiero la pasta que haga crecer al club y lo convierta de nuevo en un equipo importante que ganar la Copa. Ganarla sin Champions nos daría una gran alegría pero nos dejaría tocadísimos económicamente. Al revés, con tiempo volveremos a ser un club fuerte y estaremos mucho más cerca de los títulos.

Pd: La semana que viene escribiré de Parejo porque se ha convertido en tema tabú hablar de que hace falta un ocho en la plantilla que le haga competencia.