Hace bastante tiempo, más o menos desde que este equipo le ganó dos ligas en tres años al Real Madrid, que el valencianismo se pone en guardia cuando empieza a escuchar de repente tanto elogio desde allí donde habitualmente ignoran a su equipo. Tanto regalarnos los oídos hablando del milagro de Marcelino y del segundo puesto en la Liga, como si esto fuera el Leganés con todos los respetos en lugar del Valencia CF, aburre, cansa y hasta encrespa. Aunque, viendo lo positivo, a veces también divierte. Milagro no es que el Valencia sea segundo, tampoco lo es que ahora mismo esté cuatro puntos por delante del Madrid porque parecen hasta pocos viendo funcionar a un equipo y al otro, milagro era que en este club fueran capaces de hacer las cosas tan mal como para quedar dos años seguidos en el puesto doce. Y milagro sería que el Valencia no ganase esta Liga si es capaz de mantener el ritmo de estos primeros once partidos, algo que es muy difícil de conseguir y que le llevaría a sumar 93 puntos. Pocas veces hicieron falta más.

Todo es trabajo y filosofía de equipo, que está por encima de situaciones individuales a pesar de que Parejo le dejara lanzar el penalti a Santi Mina. Lo más lógico en este caso habría sido dejar que el penalti lo lanzara Zaza, si hubiera estado en el campo.

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