Al Valencia CF se le ha hecho más duro de lo esperado este mes de enero de dos partidos por semana y, en el fondo, todos sabemos por qué. Ni Andreas pereira ni nadie ha dado el nivel de Carlos Soler como ni Nacho Gil ni nadie dio en su momento el de Guedes, los dos futbolistas clave en los mejores minutos que ha ofrecido este equipo en cuanto a fútbol de ataque. Como tampoco Vezo ni nadie ha dado el nivel de Murillo en cuanto a defensa e intimidación. Tres titulares en una plantilla corta en la que, además, los dos referentes del centro del campo, Kondogbia y Parejo, no tenían recambio. A partir de ahí, el equipo ha dado motivos suficientes para que todos creamos en ellos más allá de un mal momento que evidentemente se ha presentado y hay que manejar. Dudar de Marcelino está permitido porque aquí nadie es perfecto, pero a estas alturas y con lo visto estos meses no hay motivos. Otra cosa es discrepar, el entrenador se equivocó en los partidos que ha perdido y también en otros que acabó ganando. Hoy lo único que importa es que acierte o que, si no lo hace, los jugadores lo acaben haciendo bueno y estén en semifinales. También hay razones para creer en ellos aunque se equivocaron en el partido de ida y eso obliga a hacer un esfuerzo más. Vale la pena. Es la Copa.

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