La víspera del derbi entre Valencia y Levante quedó empañada con él último escándalo del alemán Chris Lell, que fue detenido a eso de las 13:30 por la Guardia Civil. El jugador se pasó todo el día en los calabozos hasta que fue trasladado al juzgado de instrucción número 6 de Llíria, donde tras declarar fue puesto en libertad con una causa abierta por «violencia contra la mujer» y pendiente de un juicio rápido. Según el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, el juez que le tomó declaración se ha inhibido al juzgado de violencia sin que la presunta víctima haya solicitado una «orden de alejamiento».

El Levante fue informado por las autoridades del suceso pero declinó pronunciarse públicamente al respecto por considerar que se trata de un tema del ámbito privado del jugador. La plantilla, por su parte, conoció la detención en el vestuario tras percatarse de su ausencia en el entrenamiento que por la tarde se desarrolló en el Ciutat de Valencia.

Lell fue detenido por efectivos de la Guardia Civil tras una llamada de su pareja por un presunto capítulo de violencia en la urbanización de Bétera en la que residen. Un suceso que como dijo en su rueda de prensa Caparrós, quien pidió «prudencia» hasta que se esclarezcan los hechos, es independiente del expediente disciplinario en marcha contra él desde finales de la semana pasada, ya que tal y como confesó «anteriormente a todo esto ya nos habíamos definido». Y es que el técnico, tras su ausencia injustificada del último entrenamiento del año, le había comunicado en presencia de los capitanes que no volvería a jugar a sus órdenes. «Hablé con el futbolista muy claro y a partir de ahí ya sabe cuál es nuestra postura. Mi pensamiento ya se lo he trasladado al club», aseguró el utrerano.

Pese a que tanto al club como al vestuario ya había llegado algún eco sobre la vida personal y doméstica de Lell, lo cierto es que la noticia generó impacto y un consiguiente revuelo. En su día la prensa alemana ya dio cuenta de un capítulo de infidelidad de su pareja con Ballack cuando ambos militaban en el Bayern, mientras que sus desencuentros con el Levante empezaron el pasado verano cuando pidió retrasar su incorporación a la pretemporada para solucionar un problema relativo a su presunto divorcio.

Con independencia de su detención el pasado viernes, y pese al rosario de afrentas y salidas de tono que ha protagonizado desde entonces, la postura del Levante es la de no rescindirle el contrato, que es lo que sospecha que está forzando, a menos que renuncie a la ficha que le queda por cobrar. Se trata, no en vano, de una oferta que tiene sobre la mesa desde verano pero que ha rechazado.

Desde hace semanas, el hartazgo en Orriols con el alemán, quien se estaba convirtiendo en presa de sus propias mentiras, se ha ido haciendo más patente, hasta el punto de que la relación entre ambos ha llegado a un punto sin retorno.