Los jugadores del Levante se sintieron incómodos ante un Valencia seguro de sus posibilidades y de su manera de afrontar el partido de la máxima rivalidad disputado el pasado sábado en el feudo de Orriols. Para el conjunto azulgrana ha llegado el momento de centrarse en su objetivo: trabajar por la permanencia y evitar distraerse en otras consideraciones.

Raíces sólidas

En el denominado Gol Alboraia del estadio Ciutat de Valencia, los aficionados desplegaron una pancarta en la que se podía leer «L´Orgull dels humils». Me gustó. Una leyenda que viene a resumir la importancia que para el levantinismo posee el ser consciente de dónde viene y a dónde quiere llegar. Las raíces de este club son sólidas y profundas. Han crecido durante 102 años viviendo más momentos de decepción que de alegría. Por ello, los pretendidos insultos que partían de una grada próxima no erosionan el sentimiento levantinista, más bien producen una irónica sonrisa. El club azulgrana sabe muy bien cuál es su sitio en la historia; sabe que ha recibido más zancadillas que ayudas y no ignora que nunca una entidad financiera valenciana le permitiría contraer una deuda monstruosa. Así de sencillo. Las victorias y las derrotas son coyunturas en el juego, eslabones en el camino, y lo importante es saber cuál es el éxito que se quiere alcanzar. El Levante lo tiene claro: seguir entre los mejores y destinar una parte de los recursos que genera a pagar lo que debe. No puede confiar en otra alternativa. Ese es su gran triunfo.

Oxigenar al equipo

El paréntesis en el campeonato liguero, desde mi óptica, va a venir muy bien al equipo preparado por Juan Ignacio Martínez debido a que algunos de sus jugadores dan claros signos de fatiga. En este espectacular arranque de temporada han jugado los mismos y casi siempre la totalidad de los minutos. No se puede olvidar que se trata de un equipo muy veterano al que tanta continuidad en la disputa de los encuentros ha mermado en su fondo físico. Es posible que a partir de ahora JIM se incline por mover el banquillo. De no ser así dudo que esta plantilla, con independencia del maravilloso inicio de temporada, llegue fresca a la recta final de la competición. El pasado sábado se observó con claridad el anonimato con el que se comportaron algunos jugadores. Las ganas de correr existían, pero las fuerzas no respondieron. Lo importante es que los que conforman el levantinismo profesional son conscientes de ello. El VCF se benefició de esta circunstancia por saber, entre otras razones, mover mejor el balón.

Dolorosa derrota

Cualquier derrota ocasiona desengaño y hasta dolor si se produce ante el eterno rival. Sin embargo, hay que saberla encajar porque formaba parte del guión establecido. El combinado de Unai Emery logró la victoria por méritos propios. Y de ahí que no me gusta la gente que utiliza el insulto para justificar la decepción o para recrearse en la alegría. Bueno, en realidad, nunca me he sentido cómodo con la gente carente de principios. El Valencia supo plantear mejor el partido, tuvo una actitud positiva desde el calentamiento y salió a resolver el enfrentamiento por la vía rápida. No obstante, es curioso que el portero Guaita tuviese más trabajo que Munúa; pero mientras el primero estuvo en su sitio, el segundo se despistó en los goles. Una circunstancia que no me gustó fue el comportamiento de diversos jugadores del Levante y del Valencia que se dedicaron a quemar sus fuerzas en absurdas protestas. Al llegar a esta fase del ejercicio 2011/2012, el Valencia ya ha conseguido su natural tercer puesto. El cuarto cajón que ocupa el Levante UD está muy por encima de cualquier planteamiento hecho al inicio de la temporada. De ahí que hay que saber disfrutar la singladura que nos toca vivir y estar, según los casos, al lado del Valencia o del Levante.