Fue el pasado 28 de noviembre de 2012. Valencia. Una urbanización a las afueras de la ciudad. Un paraguayo de cuerpo musculado, melena recogida y buen profesional ha preparado una pequeña fiesta para celebrar su cumpleaños. Son 29 primaveras, una edad ideal para la práctica del fútbol. Lo tiene todo preparado. En el jardín ha colocado una pequeña carpa y su mujer, Martinka, se mueve nerviosa de acá para allá para que todo esté perfecto. Nelson Valdez ha invitado a todos sus compañeros de equipo. ¡Hoy puede ser un gran día! Pero no. Hoy „recuerden, 28 de noviembre de 2012„ la mayoría de sus compañeros le dejan poco menos que tirado. Solo acuden cuatro o cinco... Banega entre ellos. Martinka se queda tristona. Esperaba otra cosa. Piensa que su Nelson merecía otra cosa...

El especialista

Y sí, cierto, Valdez merecía otra cosa por parte de sus compañeros. El gran especialista, el hombre capaz de salvar a su equipo en los últimos instantes de un montón de partidos, debería haber sido mejor correspondido. O mejor dicho, no mejor, sino algo correspondido. La única razón que salva medianamente a sus compañeros de plantilla es que en aquel entonces Pellegrino era el amo del calabozo y el vestuario estaba hecho unos zorros. Guerra de familias... Cada uno a lo suyo, desunión que se escurre por cada poro de la ciudad deportiva de Paterna. Pero no es excusa.

Lo volvió a hacer

Y sí, Valdez conoce a la perfección su papel y además lo interpreta como nadie. Sabe que lo suyo es jugar tan solo unos minutitos al final del partido. Y eso duele, a un profesional del fútbol le duele jugar tan poco, pero él lo asume y saca provecho casi de cada segundo que está sobre el terreno de juego. Sale generalmente cuando hay algún marrón que solucionar y siempre con una idea fija que es intentar marcar el gol salvador sobre la bocina. El pasado sábado lo volvió a hacer frente al Celta. Y no existe ni un solo aficionado sobre la faz de la tierra de la Comunitat Valenciana que no esté convencido de que si mañana el partido ante el Paris Saint Germain se pone cuesta arriba, al final aparecerá Nelson Haedo Valdez para arreglarlo... Como siempre.

Otros tiempos

Entre noviembre de 2012 y este 11 de febrero de 2013 muchas cosas han cambiado en el vestuario del Valencia... Y todas para bien. La llegada de Ernesto Valverde ha supuesto un revulsivo para todos y, encima, los resultados ahora acompañan. Y cuando eso sucede, cuando en el mundo del fútbol las cosas van de cara, todo se relativiza y la sonrisa se impone. Una cuestión vital cuando el viejo coliseo de Mestalla acoge mañana uno de los partidos más importantes de la temporada. ¿Favorito? Por presupuesto y poderío económico sin duda el Paris Saint Germain. Pero ojo, esto es fútbol y el fútbol no entiende de lógica, o muy a menudo escapa de ella. Y el Valencia llega a este choque enchufado. Gana partidos aunque muchas veces sea sobre la bocina y el buen rollo anida por la ´fábrica´ de Paterna.

Por Martinka

Nelson Valdez no saldrá de inicio. Aguardará en el banquillo a que llegue su oportunidad. A sus 29 años confía más que nunca en sus posibilidades... y sabe, ahora sí lo sabe, que si está en el Valencia en noviembre de 2013 su cumpleaños seguramente será una fiesta por todo lo alto. Acudirán todos sus compañeros „se lo deben„ y su mujer Martinka acabará el día con una sonrisa en la boca. Él es el especialista, ya saben, Valdez, el de los goles imposibles, ese que es capaz de hacernos creer a todos que hasta el minuto 90 se pueden ganar los partidos. Todos.