La patada a Sarver hay que mirarla con perspectiva. Lo que a algunos les parece el final es, o debería ser, el principio de un nuevo Levante. Tuiteó Illueca, granota de postín y nuevo director del IVF, que «el comodín de las instituciones públicas se ha acabado», una realidad que pone definitivamente en jaque el modelo de los propietarios de paja. Por más parches que se pongan y bultos que se intenten escurrir, los naipes se vienen abajo: la Fundación y el Consejo de administración necesitan cambios. De mayor o menor envergadura, pero cambios.
Gran contribución de Sarver
Un enorme Punto de inflexión
El actual es un punto de inflexión para que un club como el granota se reformule. Entre todos hay que dar con la manera de arrimarlo más que nunca a la gente, lo cual no pasa obligatoriamente por venderlo sin tener claro cómo ni porqué. Manda huevos, pero ha tenido que ser un banquero de Arizona el que le diese la estocada a un modelo que, pese al dilema generado, no está obligado a morir en favor de otro máximo accionista. Eso sí, es una bendición que el levantinismo se haya espabilado con un proceso que parecía encorsetado y se ha acabado desbocando.
Entre paradojas y piruetas
La situación más kafkiana
La situación es tan kafkiana que los minoritarios reclaman su derecho a nombrar a uno mayoritario, los de la ´cabotá´ lamentan su falta de independencia precisamente ahora que no la han pegado y la Delegación se ha marcado una pirueta que ni en el Circo del Sol. Todo eso sin entrar en el recuperado protagonismo de Valentín Serrats y Enrique Grima, quienes en su día se quedaron injustamente fuera del club. O en la cuestionable alineación de algunos titulares del Patronato.
Al final quico sí que se mojó
Enrevesada postura oficial
Quico Catalán, cuya buena gestión está fuera de duda, ha salido más salpicado de esta con Sarver que de los amaños con Tebas. El presidente filtró la oferta y antes del alegato final hizo equilibrios para no posicionarse. Al mismo tiempo, sin embargo, el americano le hizo un contrato privado de tres años. El rechazo a la venta se presumía como un espaldarazo de legitimidad definitivo, pero al final todo se ha quedado en standby. Y es que el voto, esta vez por cierto a mano alzada, llegó cuando el pescado estaba vendido debido a circunstancias y borradas diversas.
Momentos de la negociación
Que no pasen desapercibidos
La balanza sobre una oferta de la que los partidarios hablan maravillas y los detractores siguen sin tener ni idea se ha decantado tras dos momentos que sin ser claves no pueden pasar desapercibidos. Uno fue aquel en el que Sarver echó a los demás para quedarse a solas con Quico. El otro, cuando trascendieron reuniones con el americano a espaldas de la Comisión negociadora, lo cual fue el germen de un nuevo conflicto por mezclarse los intereses particulares con los generales.
Sarver ha agitado el avispero
La coherencia de Tomás Pérez
Aunque hay más amagos y brindis al sol, tras el terremoto la dimisión más sonada es la de Tomás Pérez, al que otros se niegan a seguir. Tal y como reconoce en páginas interiores, ya estuvo tiempo atrás en la cuerda floja, aunque aun así hay que reconocerle la coherencia y la velocidad que esta vez sí ha tenido. Tras su adiós, es posible que el posado oficial del pasado jueves no sea suficiente disimulo, pero con el potito que hay montado a plazo corto no se presumen más salidas, ni voluntarias ni por obligación. A Sarver, mientras tanto, hay que agradecerle su contribución por agitar el avispero. Si el levantinismo no vuelve a dormirse exigirá una Junta para septiembre con una Fundación independiente que respalde al actual Consejo -modificado o no- e incluso si se da el caso, por qué no, a uno nuevo. Es eso o cruzar los dedos para no perder partidos y que cada dos por tres esté liada.