Bueno, pues ya está. Todo vuelve a estar en orden, tanto lo deportivo como lo institucional. El equipo, líder, con siete puntos de ventaja sobre el segundo y nueve sobre el tercero. El club, o mejor dicho el Consejo, preparado y listo para pasar el rodillo en la Junta del lunes. Sin embargo, el chaparrón de las últimas semanas todavía no ha escampado. Tras el bache de resultados y la reapertura de la grieta social es conveniente mantener ojos y paraguas abiertos. Por partes.Indemnes después del bache: la mini-crisis de resultados

La buena noticia es que el Levante ha salido indemne de la mini-crisis de empates y derrotas y que continúa siendo tan líder como era antes. La mala, que la racha negativa ha puesto el foco en las vías de agua de un proyecto que de tan pletórico que arrancó parecía insumergible. Las vacas flacas, eso sí, han llegado en el momento justo, a las puertas del mercado de invierno. ¿El Levante va a subir? Todo apunta a que sí. ¿Es suficiente con lo que hay? Pues puede que sí y puede que no. Una duda ante la que conviene no arriesgar después de haber visto lo fino que es el margen entre los éxitos y los fracasos en una categoría en la que los dos últimos envites se han saldado con el mismo marcador de 1-0. Conclusión: ni siquiera con tres victorias de ventaja te puedes despistar porque a la mínima que te mueves o que bajas el pistón te expones a quedarte fuera de la foto. (Nota al pie: No es crítica, sólo exigencia).La fundación sale derrotada de la mini-crisis institucional

La buena noticia es que el Levante no va a colapsar y a convertirse en un club institucionalmente ingobernable. La mala, que el rebrote de la guerra social sólo ha dejado vencidos amén de un escenario peliagudo. La gran derrotada, no en vano, es la nueva Fundación, y eso que aún no ha nacido. Al final va a ser verdad que no hacía falta Refundarse. Al menos, no para esto. Todos salen tocados. Quico, por haber abierto la mano pero sólo hasta cierto punto. Gabi, por no haber encontrado otra salida que dimitir. Los minoritarios, un grupo tremendamente heterogéneo, por haberse pasado de frenada. Y los aficionados, lo pinten como lo pinten, por asistir a la resurrección apócrifa del follón Sarver. Con él empezó todo y aun así es como si no hubiese quedado todavía suficientemente claro que aquella negativa es lo mejorcito que podría haber pasado. Todos, absolutamente todos, están ahora obligados a maniobrar de cara al futuro. En especial un Quico que es el mejor presidente posible pero al que hay que tomarle la palabra de lo dicho en su entrevista aquí: «El momento para hacer cambios será cuando ascendamos».

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