"Orban es un animal". El primer jugador en dar la bienvenia al nuevo defensor del Valencia fue su compatriota Nicolás Otamendi. Los dos coincidieron en noviembre de 2013 en la selección argentina. El buen rendimiento de Lucas en Tigre y su continuidad en el Girondins de Burdeos no pasaron desapercibidos para Alejandro Sabella, que lo citó para disputar dos amistosos frente a Ecuador y Bosnia, en una gira por Estados Unidos. El soñado debut con la Albiceleste llegó ante Ecuador.

Otamendi está encantado con el refuerzo de Orban. "Es un gran jugador y me gustaría que ya estuviera aquí", asegura. Lucas y Otamendi no llegaron a coincidir sobre el terreno de juego, algo que sí podrá ocurrir aquí en Valencia. Los dos argentinizarán la línea de cuatro de Nuno Espírito Santo, incluso formar pareja de centrales. Aunque también son competencia directa. Un centro de la zaga Shkodran Mustafi-Orban también suena realmente bonito.

Aquella llamada de Sabella hizo realidad el vaticinio de Gorosito. El entrenador que lo hizo debutar en River Plate y después lo consolidó en Tigre siempre lo tuvo claro. "Tiene un nivel superlativo, es de lo mejor. De arriba muy pocos cabecean como él, es rápido con las dos piernas. Es una gran alegría porque es buen pibe y se lo merece", aseguró entonces el técnico. Por su velocidad, inteligencia, trabajo y personalidad, Pipo siempre lo proclamó como uno de los mejores defensores de Argentina.

Orban se caracteriza por entregar todo en cada desafío que comienza. Es un jugador de equipo y una esponja. En River Plate lo reciclaron: de mediocentro o interior pasó al lateral. No conocía la posición y se esforzó por adaptarse en el especto táctico y también emocional. Pasó a copiar las tretas de los compañeros más cancheros y se zambullió en el oficio de marcador. Aprendió a resolver en milésimas de segundos acciones defensivas a toda velocidad, a colocarse, recuperar y dar la mejor opción de pase a sus compañeros, cuándo salir y para dónde cerrar.

Figura en Victoria

En River entrenó a las órdenes de Diego Pablo Simeone y fue compañero de figuras como Marcelo Gallardo o el Burrito Ortega. No jugaba, pero fue una époco de máximo aprendizaje, tutelado por Mauro Rosales, cuyos tobillos castigaba en cada entrenamiento. Sin sitio, Tigre le brindó la oportunidad de jugar en Primera. Le costó. Estuvo un semestre sin jugar con el Vasco Arrabarruena. Nunca levantó la voz y sumar desde el banquillo. El ex jugador del Villarreal fue el primero que le dio minutos como central en línea de tres. La llegada de Gorosito a Victoria terminó por lanzarlo. Jugó de lateral, incluso de carrilero (lo puede hacer por potencia y conducción), pero se consolidó definitivamente como marcador con grandes partidos en Copa Libertadores y Copa Sudamericana, una competición en la que alcanzó una histórica final ante Sâo Paulo. Consolidado como figura emergente, el salto a Europa le llegó de forma irremediable. En Burdeos ha vuelto a avanzar. En esta ocasión ha hecho sufrir a todos los delanteros de la Ligue 1.