Veloz, fino, directo y elegante. En la cancha o sentado con Superdeporte para hablar del pasado o de un futuro ambicioso. Así es Rodrigo de Paul (Sarandí, 24/5/94). El joven por el que el VCF pagó 4,7 millones es una de las sensaciones del verano. Clave en la reacción ante el Alianza. De momento luce el ‘14’, pero no tendría ningún miedo de enfundarse el ‘10’.

—¿Se encuentra uno más cómodo con compatriotas al lado? Otamendi, Piatti, Banega…

—Al margen de que estén los argentinos he detectado un grupo muy bueno, muy unido, con mucha calidad humana. Luego, que estén los argentinos lo hace todo más fácil porque uno toma mate con ellos y algunas costumbres con las que podemos seguir.

—¿Dónde y cómo empezó Rodrigo de Paul a darle patadas a un balón de fútbol?

—Empecé a jugar con tres años en un club de barrio que se llama Deportivo Belgrano que queda cerca de mi casa. Jugué varios años ahí hasta que tuve la posibilidad de ir a Racing a los ocho años y allí he estado toda mi vida, hasta que llegó la oferta del Valencia… ¿Cómo? De pequeño jugaba de enganche, y siempre jugué en esa posición. En esas categorías marcaba muchos goles, pero ahí descubrí que también me gustaba dar el pase a los compañeros.

—¿Y siempre con el ‘10’? Es un número especial para cualquier argentino: Maradona, Messi…

—Sí, desde chico ya jugaba con el ‘10’ a la espalda, fue un dorsal que lo utilicé toda mi carrera, tanto en las canchas chicas como con Racing. Acá lo tiene Éver y lo hace valer muy bien. Si en algún momento quedara libre, yo no tendría miedo a agarrarlo porque ya lo hice en Racing con 18 años y con 19 ya tenía la cinta de capitán de mi equipo. No me causa presión.

—¿Ha cambiado mucho de aquel niño al joven de hoy?

—Entonces era un jugador que jugaba por el centro del campo, he cambiado mucho, antes no era de correr tanto, después tuve que hacer la banda e incorporé varias cosas como el juego con la izquierda, el ida y vuelta, todo se va entrenando para mejorar cada día. Para mejorar tengo un millón de cosas, tengo 20 años y me queda toda la carrera por delante. Creo que tengo una buena predisposición para laborar y siempre soy una opción para mis compañeros.

—Descríbanos un poco como es el De Paul persona.

—Soy una persona alegre, que le gusta estar con su familia, que se junta mucho con los amigos, siempre estoy acompañado… Esta etapa va a ser un poco dura por estar solo, pero eso me va a hacer crecer. Aún así, intento estar de buen humor y hacer chistes.

—Destaca mucho el valor de la familia. ¿Por qué?

—En Argentina siempre viví con mi madre y con mi hermano. Esta es mi primera experiencia fuera de casa, pero una vez me sitúe en Valencia vendrán mi madre y mi novia y se quedarán un tiempo, y eso me va a hacer sentir tranquilo. Si está la gente que uno quiere, todo se muy fácil. Mi familia fue mi apoyo durante toda mi infancia y mi carrera, me acuerdo mucho de ellos. Hay momentos en la carrera del futbolista donde no se pasa por momentos buenos y se necesita el apoyo de la familia.

—Dígame, aparte de los padres, ¿qué persona ha sido imprescindible en su vida?

—Mi abuelo, él es la persona que más me ayudó para que yo sea futbolista. Tengo tatuado en el brazo, porque él siempre está cerca mío. Mi abuelo Osvaldo me acompañaba mucho a las canchas cuando yo era chico, mi madre trabajaba y se hacía un poco difícil… Mi abuelo era el que me llevaba a todos los lados. Se fue en el 2009, pero hizo la ayuda desde arriba y si estoy en el Valencia, es gracias a él.

—En la muñeca lleva la fecha del adiós de su abuelo…

—Suelo darle un beso a la muñeca cuando marco gol. Tengo que agradecerle muchas cosas y es una forma de hacerlo. Justo da la casualidad que en la época que me lo tatué fue cuando me iba muy mal en Racing. Me lo puse y en cuatro partidos hice tres goles y nos salvamos de jugar la promoción. Fue una coincidencia muy linda.

—¿El fútbol ha invadido siempre a la familia De Paul?

—En cierto modo sí. Mi abuelo era futbolista y el me inculcó el fútbol. También mis hermanos juegan, aunque él único que se puede dedicar profesionalmente he sido yo. Mis hermanos Damián y Guido jugaron en inferiores y en equipos de barrio, hasta ahí. Por eso les gusta tanto verme ahí, les gusta y me siguen. Además tengo un sobrino que también juega al fútbol y me sigue mucho.

—Se volverían como locos de felicidad cuando les dijo que con apenas 20 años se marchaba para el Valencia, el club donde estuvieron Kempes, Ortega, Piojo, Aimar, Ayala, etc.

—Mi gente se puso muy contenta, sí, cuando le dije que podía ir a Europa. Todo fue muy confuso al principio porque había otros clubes que estaban interesados y uno no sabía si Italia, Inglaterra o España. Al final se decidió por Valencia y ellos se pusieron felices porque saben que yo quería vivir de esto y es un paso importantísimo.

—Dice que dudó entre Italia, Inglaterra o España… ¿Cómo lo decidió y en quién buscó consejo?

—Me apoyé en la familia, pero el tema de elegir Valencia en este caso fue muy personal. Lo decidí yo por la llamada de Fabián, por las reuniones que hubo, lo tuve claro… Ayala fue clave, trabajó conmigo en Racing, sé que persona es y me gustó el proyecto que me planteó.

—¿Y entre los amigos futboleros qué tal cayó la noticia?

—Ellos se pusieron muy felices, los 20 días antes de que yo viniera a Valencia estuvimos mucho juntos. Mis amigos también juegan al fútbol, uno en Barracas y otro en Arsenal argentino, son Lucas y Fabrizio. Aún voy con los mismos amigos que tenía en el colegio, somos un grupo de seis o siete. Están muy contentos y pronto me visitarán.

—Ha conseguido el sueño de casi todo jugador sudamericano: Europa.

—El jugador siempre quiere jugar en Europa. Es un tarea difícil, pero no imposible.

—¿Me confiesa algún que otro deseo que pasa por su cabeza?

—Me gustaría conocer cómo es Mestalla lleno, he entrado sin gente y ya impresiona.

—¿Qué primer análisis hace del equipo?

—El grupo es muy bueno en lo futbolístico, con jugadores de gran calidad. Todavía hay que ver quien se va y viene, pero es muy lindo y a uno le entusiasma.

—Ahora que lo dice, todavía está viva la opción de que el Valencia ejerza el tanteo y le acompañase un buen amigo suyo, Luciano Vietto…

—Luciano es un jugador con una calidad enorme, al que le va a ir muy bien en su carrera. Ojalá lo pueda tener acá cerca porque fue mi compañero durante casi 50 partidos y nos conocemos de memoria.

—Frente al Alianza se le vio muy bien en la mediapunta. ¿Cómo se va sintiendo en las posiciones de mediapunta o banda donde lo ha colocado Nuno, sobre todo, en la izquierda?

—Nuno me paró por ahí. La izquierda también me gusta porque me permite ir para dentro. Lo que a uno le gusta, sobre todo, es jugar.