El seleccionador de Chile, el argentino Juan Antonio Pizzi, al ganar la Copa América Centenario, se consagró como técnico siguiendo la estela de su predecesor, Jorge Sampaoli.

El título continental es el más importante que luce en el palmarés del santafesino, tanto desde que se sentó en los banquillos por primera vez hace once años, como cuando fue un delantero de carácter fuerte y pericia en el remate.

Pizzi siguió el mismo libreto que Sampaoli, usó los mismos jugadores y se ganó el respeto del banquillo chileno, donde todos los engranajes han continuado funcionando como si no se hubiera producido un cambio de entrenador.

También emuló a su predecesor en el banquillo chileno por haber arrebatado a su Argentina natal el título de campeón en la final. Poco antes del inicio de la Copa América, el centrocampista Francisco Silva, en tono de broma, dijo que Pizzi y Sampaoli se diferenciaban en "la estatura y el pelo".

En apenas seis meses al frente de la Roja, Pizzi ha logrado recuperar el estilo de juego intenso y fuerte con el que Chile se proclamó campeón el año pasado.

Poner en marcha la maquinaria chilena no ha sido una tarea fácil, pues tuvo un mal inicio en las eliminatorias del Mundial. Debutó con una derrota contra Argentina en Santiago y en la preparación de la Copa América perdió dos amistosos ante México y Jamaica, resultados que no presagiaban nada bueno.

Pero Chile creció partido a partido, volvió a sacar la garra del año pasado y dio exhibiciones de fútbol ofensivo como en la goleada ante México por 7-0 en los cuartos de final.

Para Pizzi, de 48 años, este es su mayor éxito deportivo y se suma a los dos títulos nacionales que ha logrado como entrenador, el primero en Chile con el Universidad Católica en 2010 y el segundo en Argentina, el Torneo Inicial logrado con el San Lorenzo en 2013.

Esos éxitos, unidos a una carrera que inició en clubes de Argentina, Chile y Perú, le llevó al Valencia en 2014, pero pasó sin pena ni gloria al igual que en su etapa de jugador en ese equipo español dos décadas antes. Después recaló en el León mexicano antes de recibir la invitación de la selección chilena.

Como jugador, Pizzi tuvo sus mejores años en el Tenerife, club que defendió cuatro temporadas y en el que llegó a proclamarse máximo goleador de la liga española.

En el Barcelona jugó dos campañas, entre 1996 y 1998, y logró sus títulos más importantes, una liga, dos copas, la Recopa de Europa y la Supercopa europea.

En el club azulgrana se ganó el cariño de la afición y tuvo grandes partidos, en especial un encuentro memorable de cuartos de final de la Copa del Rey, en el que el Barcelona remontó un 0-3 en contra al Atlético Madrid y en el que el argentino anotó el gol definitivo, con el que se estableció el 5-4 y se logró la clasificación.

En esos años, Pizzi, sin opciones de jugar en la selección argentina, se enfundó la camiseta de España y disputó la Eurocopa de 1996 y el Mundial de 1998.

Ahora, con la Roja sudamericana, ha logrado el reconocimiento como técnico. En el Valencia estuvo media temporada después de que fuera fichado tras el cese de Djukic en diciembre 2013. El argentino tuvo un buen papel como inquilino del banquillo de Mestalla y a punto estuvo de meter al equipo en la final de la Euroliga. Hizo méritos para continuar en el Valencia, de hecho tenía una temporada más de contrato, pero la llegada del nuevo propietario al club blanquinegro, Peter Lim, que llegaba con otro entrenador bajo el brazo, Nuno Espírito Santo, provocó su salida.