Pasan cinco minutos de la dos y media de la tarde. Cesare Prandelli detiene su vehículo a petición de un par de periodistas y, mientras baja sus gafas de sol negras, responde con convicción y brevemente: "Estoy bien. Mañana -este sábado- vamos a ganar, estoy seguro". El entrenador del Valencia CF pisa el acelerador y deja la Ciudad Deportiva. No quiere añadir nada más hasta que pase el crucial partido de esta tarde frente a la Real Sociedad en Donostia. Una hora y veinte minutos antes ya había dicho bastante, un monólogo de máxima exigencia hacia los futbolistas al estilo que en tiempos pasados utilizaron Di Stéfano, Ranieri o Rafa Benítez.

La rueda de prensa del técnico italiano estaba prevista para la una del mediodía. Pero Prandelli salió con retraso, respaldado por el club en lo que iba a decir y con un tremendo enfado encima. Unos instantes antes Layhoon Chan dejaba las instalaciones, donde habló con el míster y se reunió con la plantilla, a la que la presidenta pidió "esfuerzo". Con más suavidad que Prandelli. El exseleccionador de Italia explotó buscando un punto de inflexión, un cambio radical en un equipo que encadena seis partidos sin vencer en la Liga. "Quien no esté aquí con ganas, ¡fuera! Es un problema de actitud, de seriedad y profesionalidad". Es la conclusión de lo dicho por un hombre que conforme avanzaba en sus palabras aumentaban sus niveles de cabreo.

Todo el discurso de Prandelli

Cesare Prandelli entró en el Media Center acompañado por Marco Fumagalli, miembro de su cuerpo técnico y traductor en sus últimas apariciones públicas. Su rostro y mirada reflejaban seriedad y tensión. Cuando los responsables de prensa se disponían a ofrecer el micrófono a los periodistas para comenzar con las preguntas, Prandelli interrumpió la habitual ceremonia: "Antes voy a iniciar con un pequeño discurso, hablaré lentamente para que me entiendan todos. Hoy por primera vez estoy muy enfadado, muy decepcionado, porque estoy trabajando desde hace dos meses con sacrificio, con orgullo, con el deseo de hacer crecer a este equipo. Mañana -por hoy- quiero ver a un equipo que tenga el carácter y la voluntad de sufrir por la camiseta. En dos meses no he hablado de mercado a mis jugadores, antes de eso quiero comprender quién quiere quedarse aquí con esa voluntad de sufrir, quien no quiera... ¡fuera!".

"Quien no esté aquí con ganas, ¡fuera! ¡fuera! Quien no tenga el carácter y la personalidad, quien no tenga amor por la camiseta, ¡fuera! Esta es una acusación grave, pero también se la he dicho a ellos. Desde el primer día les he dicho que quien no esté contento puede marcharse. Y después ya hablaremos de mercado. Esto no es un problema de 4-4-2, 4-3-3, del rombo, no es un problema de quien juegue o no. Es un problema de actitud, de seriedad y profesionalidad. Es una situación, no de dos meses, sino de... ¡dos años! Aquí todos trabajan para que el club crezca. ¡Todos! Esto es lo que quería decir. No hay preguntas. Hoy no. Gracias". De este modo estalló Prandelli antes de levantarse sin admitir preguntas y preceder a la traducción en español de Fumagalli.

Los acontecimientos previos al entrenamiento de este viernes-en los que Cesare Prandelli se impacientó buscando a Mangala y Abdennour antes de regresar hacia vestuarios y acelerar la salida del grupo- quedan en una anécdota para un entrenador que lleva tiempo esperando una reacción que no ve. El de Brescia ha apretado al máximo las tuercas de la exigencia a una plantilla que si no gana hoy a la Real Sociedad, corre el riesgo de pasar las fiestas de Navidad en puestos de descenso. El mensaje lanzado por el italiano no sólo cuenta con el respaldo de los dirigentes, sino que responde a una actuación coordinada con el director deportivo, Jesús García Pitarch. El martes, tras una sesión táctica y vídeo, los dos se reunieron en Paterna. Cuerpo técnico, Suso y los mandos coinciden en la necesidad de generar una reacción, un impulso con el que volver de Anoeta con una victoria tan revitalizante como, por ejemplo, la de 1997 en la misma jornada 15. Por entonces el Valencia de Ranieri llegaba casi desahuciado a San Sebastián -la semana anterior Mestalla forzó a pañolazos la dimisión de Paco Roig después de caer 0-1 con el Salamanca- pero un gol de Mendieta, a falta de diez minutos, dio algo de luz a un futuro que se oscurecía para Ranieri y fue el origen de un conjunto que respondió gracias al liderazgo de los veteranos. Aquel año acabaron novenos, llegaron a Europa vía Intertoto y al siguiente levantaron la Copa.

Primero "a ellos", el lunes

En su intervención el ex de la Fiore reconoce que la «grave acusación» a los futbolistas se la había trasmitido primero "a ellos". Según ha podido saber este diario, la bronca en el vestuario de la Ciudad Deportiva se produjo el pasado lunes, horas después del empate a dos goles frente al Málaga en el que el Valencia ofreció una imagen penosa durante los segundos 45 minutos. La mayoría de ese tiempo, apelotonado, desordenado y arrinconado en la portería de Diego Alves. A merced del rival hasta que cayó el 2-2 final en el minuto 93.

Al entrenador no le gustó absolutamente nada la actitud del equipo. Ni ese día ni en la primera mitad del Valencia-Granada. Prandelli ha detectado fugas de compromiso en un vestuario donde hay varios elementos que dan la sensación de ir por libre, jugadores con calidad contrastada pero que no demuestran "personalidad" para sacar al Valencia de la situación tan delicada por la que está pasando. Como contó SUPER, la pasada semana el míster solicitó a Mario Suárez que haga valer su buena relación con los diferentes perfiles de la plantilla para fortalecer la unión del grupo. Incluso, los técnicos y el Valencia CF organizaron en Paterna una comida que reunió a dirigentes y técnicos, con jugadores, sus esposas y familias. Prandelli desea que el vestuario sea «una familia» comprometida en todo sentido y en favor de un histórico de España y Europa que debe salir del abismo en el que ha caído en 14 jornadas.

Desde el club se insistió en aclarar los instantes anteriores al inicio del entrenamiento, donde se vio al entrenador inquieto a la espera de los futbolistas, quienes salieron con un cuarto de hora de retraso. Según fuentes del VCF, Prandelli apareció a la hora programada para el comienzo de la sesión (11:00) en busca de Mangala y Abdennour. Los dos arrastran problemas musculares y 20 minutos antes debían probarse. Lo hicieron, pero en ese momento estaban ya otra vez dentro con todos. El técnico los buscó, miró en el gimnasio, preguntó a sus ayudantes e, impaciente, fue al encuentro de todos. Rodrigo y Mario Suárez salieron los primeros y también tuvieron que esperar. El club explicó que tenían una reunión con Voro, que Prandelli conocía, por temas navideños y para que no olvidasen el pasaporte, ya que aterrizaban en Biarritz (Francia). El míster volvió al campo detrás de todos los jugadores y con gesto de enfado.

Entre la claridad del discurso del técnico se desprende una última oportunidad en el duelo contra la Real -último de Liga hasta que abra el mercado en enero- para un buen número de jugadores que no han convencido en su paso por el Valencia. Mientras la imagen de un grande se deteriora jornada a jornada entre la mediocridad de la tabla, el club no puede esperar más y está obligado a revolucionar la cara del equipo en invierno. Prandelli no ha querido hablar hasta hoy de mercado por respeto a los que hay, pero ahora reclama ese mismo respeto por parte de los futbolistas al escudo. A la "maglia", como él dice. "Nosotros no metemos goles", dijo Layhoon antes de viajar a Sevilla. Una avanzadilla de la explosión final del entrenador, que pese a todo confía en la valía de los suyos si la actitud mejora. Está convencido de que hoy van a dar la cara y "ganar".