Las primeras declaraciones de los protagonistas tras el partido demuestran la merma de ambiciones que ha sufrido el Valencia CF durante las dos últimas temporadas y, en consecuencia, la paulatina falta de respeto hacia el equipo de Mestalla por parte de sus rivales. «Este punto nos sabe a poco, merecimos los tres», decía Cuéllar, portero del Sporting de Gijón, unos instantes después de que Munir diera por bueno el empate cosechado en casa frente al penúltimo de la Liga. «Por lo menos hemos conseguido un punto», se conformaba el '9'.

Así es el Valencia de hoy, la realidad de un club que con 30 puntos vive a un abismo de distancia de las posiciones de Champions, las mismas a las que Peter Lim comprometió el futuro económico de la entidad dentro de su plan de negocio. Todavía con 11 partidos por delante los blanquinegros ni siquiera cuentan con opciones de clasificarse para la próxima Liga Europa. Una lucha a la que han renunciado casi de forma desidiosa en partidos como el de este sábado o como los de Vitoria y el Vicente Calderón. Durante una hora los futbolistas parecían tan ausentes sobre el campo como Lim en el palco del estadio. La despreocupación por el proyecto del máximo accionista, que no se manifiesta físicamente desde la derrota del 1 de mayo de 2016 ante el Villarreal, afecta a cada estamento del club, aunque es en los jugadores donde se proyecta con toda la repercusión de los resultados.

Precisamente, desde la última visita del propietario a Mestalla han pasado diez meses y 29 jornadas de Liga en las que el Valencia no ha estado ni una sola vez entre los diez primeros. Es más, desde que el millonario de Singapur tomó las riendas deportivas en julio de 2015, para al año siguiente reducir a partes iguales inversión e interés, el equipo no ha vivido ni una jornada en la zona europea, del primero al sexto, durante los cursos 2015/16 y 16/17. Esa es la cruda realidad del Valencia: el fruto descompuesto de Meriton.

Del Calderón a casa

El duelo frente al Sporting es el fiel reflejo de ese Valencia diminuto que aguarda al final del curso instalado en tierra de nadie. La primera mitad se convirtió en la continuidad del calvario del Calderón, con la diferencia de que enfrente en vez de Griezmann, Koke o Gameiro estaban Sergio Álvarez, Carmona, Cases y un Duje Cop que en sus días buenos, como el de ayer, es un peligroso incordio. Las constantes pérdidas de balón del centro del campo valencianista provocaron las salidas del Sporting, que conforme pasaban los minutos creía más en la posibilidad de irse para Gijón con un buen botín. El público estaba ya de los nervios cuando Vesga dio el primer aviso con un cabezazo que se marchó por centímetros por arriba de la portería de Diego Alves.

Una vez que Álvarez Izquierdo decretó el descanso, los jugadores y los consejeros en el palco se retiraron entre silbidos. A los pocos segundos de la reanudación Orellana recogió la pelota tras un córner visitante y recorrió todo el campo para acercarse a Cuéllar. Con Munir a su izquierda, el chileno prefirió jugársela él, pero disparó fuera. Era la ocasión que pudo poner de cara el partido. Pero ocho minutos más tarde Parejo aún la tuvo más clara: un penalti provocado por Gayà -el mejor local junto a Alves-. Sin embargo, el meta del Sporting, que algo dijo al madrileño al oído, adivinó la trayectoria y evitó el gol.

El error hizo que los asturianos se desprendieran de temores. Cop, tras dos intentos previos, remató a las redes una contra suya que nació en una pérdida de Mangala y acabó Burgui con un chut que repelió Alves (0-1). Los gijoneses replegaron líneas y los locales, lanzados por el coraje de Zaza, se vinieron arriba. Los 20 minutos finales fueron lo mejor del Valencia dentro de una triste actuación general. La insistencia valió el empate gracias a un cabezazo de Munir, inalcanzable para Cuéllar. Aún así, la última ocasión la disfrutó el Sporting mientras la grada contenía la respiración.

Los menos de 30.000 espectadores presentes, cansados del pésimo escenario, volvieron a señalar con cánticos al máximo accionista durante el segundo acto. Mientras Mestalla clama por un proyecto más ambicioso, los ejecutivos de Meriton han filtrado que el objetivo Champions se aplazará un año, hasta 2019. Una meta histórica para el club desde que a finales de los 90' ofrece cuatro plazas en España.