Simone Zaza está aprendiendo a sobrevivir en el alambre. El italiano, que siempre ha cultivado una personalidad explosiva -y a veces incontenible- desde el mismo momento en el que ingresa en el terreno de juego, está a punto de cumplir un mes bajo amenaza de sanción. Si Zaza ve hoy una tarjeta amarilla no jugará ante el BarçaBarça. Está apercibido desde el partido contra el Sevilla, cuando vio la cuarta amarilla, y desde entonces solo ha cometido una falta ante Alavés y Leganés, dos partidos de brega, resueltos en un contexto que no hace más que inflamar su naturaleza. Simo, abocado a volver a hacer un ejercicio de autocontrol en Cornellà para jugar ante los de Valverde, intenta desempeñarse con la misma voracidad intentando minimizar los riesgos.

El ‘9’ está mentalizado para canalizar todas sus energías a través del balón y no contra el árbitro o los contrarios. Ese es uno de los aspectos fundamentales en los que le incide el cuerpo técnico de Marcelino -a través de Uría- junto con focalizar sus movimientos en el área y presionar de forma aplicada. El curso pasado ya se perdió por acumulación de amarillas el partido ante el Madrid en el Bernabéu y aquello le marcó. No quiere volver a quedarse fuera. Para ello sabe que tiene prohibido protestar. El futbolista vio 7 amarillas en 20 partidos la temporada pasada con el Valencia y este año ya suma 4 en 11. Si uno traza la media, el ritmo de amarillas es constante. Sin embargo, detrás de las estadísticas se esconde un cambio en su mentalidad que tiene lugar justo después de las dos primeras jornadas de Liga.

El italiano vio tarjeta ante Las Palmas y Real Madrid, se contuvo ante el Atlético y después, en las tres jornadas siguientes -Levante, Málaga y Real Sociedad, tres partidos en los que anota cuatro goles- consiguió no cometer una sola falta. Tampoco entró a ninguna provocación. Se mantuvo a raya. La psicología del cuerpo técnico surtió efecto. Ante el Athletic cometió cinco -vio la tercera a falta de 5 minutos del final- y después de cometer solo 3 infracciones entre los partidos ante Betis y Sevilla -meritorio- vio la cuarta por protestarle al colegiado. Hoy tiene que demostrarse a sí mismo que es capaz de conseguirlo.

El delantero lucha también contra su rodilla -tiene una rotura en el menisco externo, un percance que a medio plazo probablemente le conducirá al quirófano- pero no contempla hacerse a un lado. Hoy espera ser titular.