Cinco días después de su llegada al Sporting de Gijón, Rubén Baraja ya ha tapado las críticas que rodearon su fichaje tras la destitución de Paco Herrera. Cogió un equipo que andaba sin rumbo, en el que anidaba el germen de la descomposición y en torno al que se anudaba un entramado de tensiones capaz de amenazar cualquier dinámica. Los síntomas eran preocupantes y pocos en el entorno del conjunto rojiblanco le adivinaban al equipo atisbos de una reacción tan rotunda. Menos todavía en cuestión de días. El Pipo convence por la vía rápida y en su regreso a los banquillos ha sido capaz de dar un golpe de timón al conjunto asturiano con la victoria de este pasado fin de semana por tres goles a cero frente al Tenerife.

El técnico valllisoletano ha tardado poco en resucitar a su nuevo equipo. Ha contagiado ilusión y determinación en sus futbolistas y las sensaciones del triunfo del pasado domingo han disparado las expectativas en Gijón. La Nueva España desgranaba ayer las principales claves de la intervención del ex valencianista, que va más allá de los límites visibles del terreno de juego. «No juega con cartas marcadas, aunque es cierto que llegó a Gijón con la lección bien aprendida. A pesar de su juventud, Rubén Baraja ha sabido respetar los códigos que marcan la filosofía y la lógica del Sporting y ha entrado con buen pie en el universo rojiblanco», comienza relatando el periódico del grupo EPI en Asturias. Su estreno, casi soñado, se sustenta sobre todo tipo de argumentos. «Lo poco que se va conociendo de Rubén Baraja dibuja la silueta de un hombre serio, parco en grandes titulares y sobrio incluso en el vestir. Para su estreno en el Sporting eligió unos pantalones negros, unos zapatos deportivos y un cazadora de plumas negra y corta. La única nota de color la dio un jersey burdeos de cuello redondo», destacan.

El Pipo, además de elegante, hizo algo que ha conquistado a su afición, mantiene el rezo previo a cada partido. «Fernando Fueyo, capellán del Sporting, cumplió con el rezo del Padrenuestro, del que tomó parte todo el cuerpo técnico, pero con una leve modificación del protocolo. La oración se adelantó al momento previo al calentamiento». Por primera vez en la temporada los suplentes participaron en el calentamiento y hay aspectos tácticos que llaman la atención: siempre se saca en corto. «Una de las diferencias más evidentes entre Baraja y Herrera es que el juego se elabora mucho más», añade el mencionado periódico, que subraya también la defensa «muy adelantada» y la «presión alta hasta el final». Rubén Baraja «no quiere que el equipo se meta atrás.

Una de las constantes en sus indicaciones fue adelantar la defensa, algo que se hizo especialmente evidente en una falta a la altura de los banquillos en la que la situó varios metros fuera del área. La ambición que el técnico transmite al equipo quedó de manifiesto en el minuto 83. Tras una ocasión fallada, el Tenerife sacaba de banda y Baraja ordenó una presión alta que permitió al equipo recuperar el balón en una zona de peligro».