Fue bonito mientras duró. Una cita para la historia que ha acabado antes de tiempo. La solvencia en la fase de clasificación invitaba a soñar, incluso en los Juegos Olímpicos, pero para ello había que pasar de la fase de grupos y así pelear por ser una de las tres mejores europeas. Alemania, Suecia, Francia, Suiza, Noruega, Inglaterra y Holanda se jugarán los billetes para Río.

Esta experiencia servirá para futuras citas en las que España, con mayor madurez, podrá plantar cara a países donde el fútbol femenino tiene una base más arraigada. Esa falta de veteranía internacional ha hecho estragos a una selección que no mereció marcharse por la puerta de atrás. En su debut ante Costa Rica y en la jornada decisiva ante Corea se adelantaron en el marcador, pero no supieron enfriarlo y acabaron siendo superadas por una planificación en cuarentena.

Quereda ha suspendido, pero se siente reforzado por su condición de eterno inquilino, auspiciado por Villar. Lleva en el banquillo español desde 1988, logró la clasificación para el Campeonato de Europa de 1997, el del bronce con Maider Castillo, pero no disputó otro torneo hasta la fase final continental de 2013, donde España llegó a los cuartos de final.

Como curiosidad, Amelia Valverde, la seleccionadora de Costa Rica, nació justo cuando Quereda cogió las riendas de la Roja y Marta, la estrella de Brasil, tenía dos años. «Estamos en buena línea. El futuro viene empujando fuerte y este primer Mundial sirve como experiencia. Me siento más ilusionado que nunca. Ni yo, ni las jugadoras vamos a bajar los brazos para conseguir mayores objetivos», declaró el técnico tras el prematuro punto y final del equipo en la competición.

Desaprovechando ventajas

El Mundial tuvo un inicio inesperado. Sin duda que la preparación era mejorable, ya que se llegó a Canadá tras disputar el último amistoso en abril. También esa sensación de ´búnker´ al cerrar prácticamente todos los entrenamientos. La improvisación ante Costa Rica fue un aviso para navegantes. Los bandazos del 1-1 evidenciaron la carencia de un plan definido y eso que Ignacio Quereda tenía clara su base para el Mundial mucho antes de hacerse públicos los descartes de la prelista de 35 jugadoras.

Chirriaron las ausencias de la granota Adriana Martín y la valencianista Mari Paz (más de 40 goles entre las dos) y, lo peor, es que luego sobre el campo se notó. La Roja generó ocasiones, pero pecó de una alarmante inocencia en ataque. Sus remates a puerta fueron balas de fogueo. Incluso el seleccionador vitalicio colocó a Sonia Bermúdez, la máxima goleadora de la Liga con los mismos 22 tantos que Adriana, pegada en banda y prefirió ubicar a Vero Boquete de falso ´9´ cuando sentó a una Natalia voluntariosa, pero desquiciada.

Los errores puntuales también han ´ayudado´ a convertir el sueño en pesadilla, sobre todo de Ainhoa. La guardameta del Athletic salió a destiempo en el gol de Brasil y tuvo un error de cálculo en el centro-chut de Kim Shooyun, que ni estaba mirando a portería. Fue el fallo definitivo para una selección fundida física y psicológicamente.

La gestión del grupo ha sido deficitaria. Priscila pasó de ser una jugadora que dio luz ante Brasil, a no tener sorprendentemente minutos contra Corea. Vicky, la autora del primer gol, fue señalada por el técnico al cambiarla un par de minutos después de la pérdida que supuso el provisional 1-1. Un injusto error y castigo.

Con el pitido final, la conversación del seleccionador y la catalana ni mucho menos fue para consolarla por la eliminación. El sello de la Comunitat Valenciana se ha reducido a los 28 minutos de la exgranota Ruth García. Sandra Paños e Ivana ni los tuvieron, como Lola Gallardo, Amanda, Melanie y Eli Ibarra. Ainhoa, Leire, Irene Paredes, Marta Torrejón, Vero y Alexia disputaron los tres partidos íntegros.