Mascherano no insultó a la madre del juez de línea y da igual que las cámaras de televisión demostraran que a quien mentó el argentino fuera a la hermana del colegiado. Para el Barcelona, su jugador debe ser liberado de la tarjeta roja que vio el domingo frente al Eibar y que amenaza con dejarle fuera del choque ante el Madrid. El equipo culé, que ya defendió hace poco a Piqué tras decirle a un árbitro «me cago en tu puta madre» al considerarlo una expresión «muy típica catalana», se basa en el defecto de forma del acta para tratar de dejar sin efecto la sanción a Mascherano, dejando claro su poco respeto al colectivo arbitral.

«Lo que dijo no es lo que se refleja en el acta. Es parecido, pero hay una diferencia familiar en la expresión y el documento podría ser invalidado», decía el domingo por la noche el directivo Albert Soler. «Creo que fue una expresión más de rabia que un insulto. Tenemos prueba de vídeo y audio, y eso cambia la situación respecto al precedente de Piqué», señalaba hoy lunes el mismo directivo tras analizar todas las opciones que tienen para recurrir, que no son más que una, la misma que utilizó el Real Madrid en 2012 con Sergio Ramos.

Y es que aunque los culés denuncien trato de favor hacia los blancos, se sirven de las mismas lagunas en la normativa para salir beneficiados. En aquella ocasión, a Ramos le fue retirada una de las dos amarillas vistas en un mismo partido al no especificar bien el colegiado el motivo de la misma, al señalar que se la había mostrado solo por «infringir persistentemente las reglas del juego».

De no atender el Comité de Competición las alegaciones del Barcelona y sancionar así al futbolista argentino, éste podría enfrentarse, lo más seguro, a un castigo de dos partidos. El motivo es que los árbitros consideran «la concha de tu madre» como un menosprecio y no un insulto, como sucedió en otros casos recientes.

Mientras, Javier Tebas, al que le encanta «chapotear en todos los charcos» como él mismo reconoció, dijo que no le parecía grave el hecho ya que se trata de una expresión que en España no tiene la misma trascendencia que en Argentina. A partir de ahora, por tanto, vale cualquier insulto en otro idioma