Son el Levante y el Valencia Basket, que ya tienen a sus aficiones dispuestas a celebrar el regreso a LaLiga y el título de la Eurocup con permiso de Unicaja, los que van a dar alegrías a sus aficionados mientras el Valencia CF vivirá otra temporada decepcionante. Y lo peor para sus aficionados es que la cosa no queda ahí, son las perspectivas de futuro lo que más inquieta, porque el club vive un declive al que no se adivina final y sus dirigentes parecen hasta cómodamente instalados en esa mediocridad que va a más.

De todas las buenas intenciones que vendieron hace un año, cuando presentaban a Pako Ayestaran como el iluminado que iba a encontrar el camino, no han cumplido absolutamente nada. Ni han instaurado procesos que permitan aspirar a tener buenos resultados, ni han generado exigencia ni ambición ni profesionalidad ni nada que se le parezca. Querían romper barreras y lo único que han hecho es construirlas y cerrarlas a cal y canto. Para entrevistar a un futbolista hay que irse a Marbella, cosa que hacemos con mucho gusto. Visto así, resulta hasta lógico que ahora mismo estén calladitos. Más vale no decir nada que volver a mentir y a vender castillos en el aire.

Jamás se han sostenido sin una base sólida y no van a ser ellos, que han demostrado no saber gestionar un club de fútbol de elite, los que lo hagan posible. Cada vez con menos ingresos prácticamente por todos los conceptos: abonados, patrocinadores, competiciones europeas, televisión... Cogieron un club que competía por ser al menos tercero en todo y la próxima temporada pueden ser ya cinco o seis equipos los que le superen en presupuesto. El pasado verano lo solucionaron vendiendo casi todo lo que había para vender, con el resultado que vemos. Este año no habrá futbolistas para sacar cien millones. ¿Se va a atrever la propiedad a lanzar un mensaje ambicioso que haga reaccionar a todo el valencianismo o, como no hace falta pedalear, seguiremos bien cuesta abajo?

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.