Fernando Presencia es el juez del Levante. Desde el mercantil número 2 tuteló un proceso que «por circunstancias» él mismo califica de «milagroso» y un ejemplo para todos. No le gusta el fútbol, pero a raíz de su intensa experiencia con los de Orriols ha izado la bandera de

los jueces que se oponen a la reforma de la Ley Concursal, aprobada por el Consejo de Ministros y en periodo de enmiendas. En su opinión, castigar a los equipos en concurso con el descenso abocará a su desaparición, cuestión que junto a la experiencia del Levante centrará las jornadas que reunirán en Valencia del 6 al 8 de mayo a más de 40 magistrados. Según Presencia, si los granotas siguen por este camino el club no tendría que abandonar Orriols.

Cuando el concurso de acreedores del Levante cayó en sus manos no le gustaba el fútbol, pero ahora parece tener ese gusanillo encima…

—(Sonríe). Esto ha sido a raíz de la mención que se hace en el proyecto de reforma de la ley concursal sobre algo que nos causa pavor. Se propone que sea de aplicación con carácter general la ley del deporte y no la ley concursal para las entidades deportivas. Los que hemos tenido experiencia en concursos de clubes sabemos que si eso ocurre las dificultades para conseguir la viabilidad de un convenio van a ser superiores. Si hubiéramos bajado de categoría al Levante durante la tramitación del concurso hubiera sido imposible que hubiera salido como ha salido.

—Salvo que deportivamente las cosas sigan funcionando tan bien y que puedan concretarse traspasos, la viabilidad del Levante continúa pasando por la venta de su estadio.

—En los demás concursos la solución pasa por la dación en pago y el de entidades deportivas no es ajeno. La dación en pago es la entrega del bien hipotecado a cambio de extinguir la obligación, el préstamo. Todos los estadios están hipotecados si son propiedad de una entidad deportiva. O vendes ese terreno y obtienes beneficio y pagas, o dación en pago porque hay un coste de las cuotas hipotecarias, que es uno de los más elevados que provocan insolvencia. En el Levante se ha producido un milagro, consecuencia de una serie de circunstancias que se han puesto encima de la mesa. Una cadena que hace que el equipo sea el tercero de la segunda vuelta. Si participa en competiciones europeas, que creo ya que no, podría con la venta de sus jugadores, de Felipe Caicedo por ejemplo, contar con unos ingresos con los que no contaba para la propuesta de convenio y evitar incluso la venta del estadio. Pero no sólo es estar en Primera. El Levante ha conseguido con el peor presupuesto de la Liga estar entre los mejores y que el valor de sus activos, los futbolistas, se multiplique. Eso no estaba en el convenio, pero desprendiéndose de alguno de ellos puede pensar en obtener ingresos suficientes para no vender el estadio, algo que antes no se había pensado.

—¿El Levante se ha convertido en un ejemplo de concurso?.

—Sí. Ha habido un estudio de la Universidad de Navarra en el que se concluye que lo que ha pasado en el Levante es anormal por infrecuente, un ejemplo a seguir. Hemos aprendido muchas cosas.

—¿Como qué?

—Montón de cosas. El interés general debe ayudar en la interpretación de la ley concursal. En segundo lugar, que la propiedad del estadio es importantísima para la viabilidad del convenio, aunque esté hipotecado. Tercero, que es deseable la permanencia y el ascenso y evitar el descenso de categoría. Si no se ha llevado un concurso de entidad deportiva no se ve el alcance perjudicial de la reforma. No sólo no sirve, sino que va a perjudicar mucho a los clubes de fútbol.

—Hubo un momento crítico en el que no se veía más salida que la liquidación. Incluso llegaban imputs de que es lo que usted ya barajaba.

—Uno no puede cerrarse los ojos. Contemplé todas las alternativas de antemano para estar preparados. Solución no sólo es el convenio, también lo es la liquidación. Yo planteaba que se podía mantener la actividad aun en liquidación vendiendo el club como una unidad económica, como comunidad productiva, como un activo, porque la ley lo prevé. Preparaba a la Administración Concursal y a los que intervenían de que ante la falta de aceptación del convenio una buena solución sería prepararnos para la liquidación, pero vendiendo el Levante como unidad productiva sin liquidar el club. Hay dos realidades: una es la sociedad deportiva, la SAD, que en liquidación desaparece; y otra el club y su actividad, que no tiene porqué desaparecer. Preparé a los operadores jurídicos para esforzarse en la venta de la unidad sin disolver el club.

—¿Es lo que habría salido a la venta por unos 20 millones de euros?

—Exactamente, sí. Empezamos a buscar compradores anticipándonos a una previsible liquidación.

—Pero compradores de los de verdad, supongo.

—No terminaban de aparecer de una manera seria porque por los sondeos que se hicieron en fase común a la gente le interesaba comprar en liquidación, ya que iba a ser más barato y sin subrogación en las deudas. El drama vino por el comportamiento del ´clan´ de Tomelloso y el cambio de acciones.

—Usted les apretó las clavijas...

—Ahí empezó a solucionarse. El momento más dramático fue la venta de las acciones por un euro a espaldas del juzgado, cuando se suspendieron las facultades. Fue el inicio, sin darme cuenta, de la mejoría: entraron los administradores, se amplió el capital, surgió la idea de la Fundación, de poner al que luego ha sido el presidente como director del club, el entrenador, la concepción por parte de los futbolistas, que empezaron a a arrasar… Terminó la Liga ya con el ascenso y, bueno, el milagro empieza ahí.

—Entonces, ¿es viable que el Levante no tenga que pasar necesariamente por la venta del Ciutat?

—El tema lo tengo archivado, pero lo sigo y veo que se contempla no vender el estadio por la buena disposición de los jugadores. El club es un activo en alza, los jugadores han mejorado su caché, su precio, como le ocurrió también al Valencia con Villa, que lo vendió y fue una buena fuente de ingresos. Tendrá que meditar quien lo haga qué número de jugadores traspasa o cede porque esto se debe conjuntar. Me intereso por el Levante y si sigo cinco partidos son suyos, pero es para no volver a verlo en el juzgado, no me gusta el fútbol.

—¿Cómo se explica que Villarroel haya salido limpio de todo esto?

—Fue la necesidad de un pacto. Castigar a alguien es incompatible con la continuidad. La empresa en concurso es un buque que necesita pequeñas reparaciones. Si lo sacamos del mar, que es la libre competencia, lo reparamos en el astillero y lo devolvemos sin capitán, va a zozobrar.

—¿Es el peaje que hubo que pagar por expropiarle las acciones?

—El peaje que hay que pagar es por el interés general. Se me pidió autorización para negociar con Villarroel porque era la única solución, pensando que no había sospecha de culpabilidad, y se negoció la cuestión de las acciones.

—En el informe concursal se hablaba de la caja B, del contrato de Panamá…

—Se hizo público. De todas maneras, el procedimiento concursal vive de los acuerdos. De hecho, la solución que la ley quiere para el concurso, el convenio, es un acuerdo. Aquí la esencia no es la sentencia, sino el acuerdo, y hubo que pasar por él.

—¿El Levante seguiría siendo viable si algún año desciende?

—El Levante ha sido ejemplo para toda España. Si descendiera a Segunda seguiría siendo viable. Sería más difícil, eso sí, y sería necesario desprenderse del estadio.

—¿Está en condiciones el club de construir un nuevo campo?

—Habría que estudiarlo. Tal como me lo han planteado, entiendo que sí. Otra cosa es que se volcara más con el merchandising y en obtener beneficios. Lo que no tiene sentido es vender para volver a construir gastándome lo mismo que he ingresado.

—En el club siempre ha existido auténtico pavor a perder el patrimonio y jugar en un estadio no propio.

—Ahora parece que el estadio va a continuar si seguimos en tan buenísima racha. Y de momento la salvación parece que ya está conseguida y eso es una buena noticia.