Aunque tenía claro que al final iba a recalar en Orriols, Pedro López no esconde que tanta incertidumbre sobre su fichaje le volvía «loco». «Sabía que se haría, pero por un motivo u otro no se concretaba», reconoce.

El lateral de Torrent se apoyó en Juanfran, y también en Nano, en esos momentos en los que la operación adquiría tintes de historia interminable. Pero todo ha terminado, su alegría es inmensa y el Levante le agradeció sus ganas de convertirse en granota con una presentación emotiva, rodeado de amigos, familiares y de su pequeña Ariadna.

¿De quién se acuerda una vez que el culebrón ha terminado y su llegada al Levante es una realidad?

—Estoy muy feliz porque al final el esfuerzo de muchas personas como José Seguí, mi representante, Quico Catalán y Manolo Salvador ha dado resultado. Vengo a un gran club con un magnífico vestuario. Es difícil ocultar la alegría.

—¿Quién le ha puesto al día de lo que se iba a encontrar en Orriols?

—Tengo varios conocidos, pero con Juanfran ha sido con el que más contacto he tenido estos últimos días. He hablado bastante con él, me preguntaba cómo iba la operación. Con Nano, también.

—¿Qué ha hecho durante tantos días de incertidumbre sin poder hacerse oficial su incorporación para las tres próximas temporadas?

—Te vuelves un poco loco porque ves que la operación no se cierra, que se alarga demasiado ya que a la hora de cambiar cualquier cosa, el Valladolid tardaba mucho en contestar, pero no quedaba otra que mantener la calma, mirar hacia adelante y prepararte por tu cuenta para el día en que la operación se cerrara definitivamente.

—¿Qué factores han retrasado un acuerdo que parecía inminente?

—En estos casos siempre hay unos aspectos en los que estás de acuerdo y otros que cuestan más. Si hay comunicación todo va perfecto, pero si se tarda un poco en contestar, hay algún problema, pruebas de nuevo y no te devuelven la llamada, se prolonga algo más. Sabía que al final se iba a hacer, pero por un motivo u otro no se concretaba. Ha sido complicado hacerse con el presidente del Valladolid.

—Durante muchos días se ha repetido que faltaba el trámite de la documentación para que el traspaso se cerrase definitivamente.

—En una operación siempre hay que mandar papeles, documentos, pero cuando falta alguno se alarga más. Pero ya lo hemos conseguido. Mi agente y el presidente han hecho mucha fuerza y han creído en mí desde el primer momento.

—¿Qué sacrificios ha hecho para cambiar Valladolid por Valencia?

—Hay cosas que el dinero no lo vale. Ya no es sólo venir a Valencia, ver a tus hermanos y a tus padres, que tus hijos disfruten de sus abuelos, es estar en un club muy serio, del que todos hablan bien.

—El Levante le ha hecho un guiño emotivo al elegir el jardín de l´Hort de Trénor de su Torrent natal para que luciera por primera vez de granota, y además con la senyera.

—Menudo regalazo me han hecho. Estoy muy contento porque mi niña, mi familia y muchos amigos han estado conmigo en este día tan especial para mí. Hacía mucho tiempo que no venía a este parque.

—¿Qué conclusiones extrae de sus primeros días en el Levante?

—Las sensaciones son excelentes. Ya llevo un par de entrenamientos y todo marcha genial con mis compañeros y el cuerpo técnico. Al presidente ya lo conocía, a Manolo Salvador también, y a mucha gente que está en el día a día del club.

—¿Qué supone que el primer equipo esté compuesto de hasta ocho jugadores valencianos, además de los canteranos Garabato, Higón e Iván López, que viajan a Holanda?

—Es un orgullo que en un equipo de la Comunitat Valenciana haya tantos valencianos. No es que sintamos más los colores que otros compañeros, pero es muy bonito que un equipo de élite cuente con muchos futbolistas de su tierra.

—¿Qué objetivos se marca en la primera de las tres campañas que reflejan en su nuevo contrato?

—Lo más complicado es mantenerse en la categoría. El Levante me ha dado la oportunidad de jugar otra vez en Primera División y debo seguir con la misma ilusión y las mismas ganas. Lucharé al máximo por responder a la confianza que el club ha depositado en mí.