Además del físico, el técnico, el táctico y el biológico del doctor Escribano, el entrenamiento más eficaz del Levante está siendo el emocional. Tras la fractura de la pasada temporada, el vestuario granota ha empezado a recuperar el buen rollo. Sin duda, la mejor de las noticias tras un tiempo en el que la tensión podía cortarse con un cuchillo.

Los primeros días de convivencia en Isla Canela están sirviendo para estrechar lazos y recuperar sanas costumbres en un grupo acostumbrado a la guasa y las bromas. Unas lides en las que Joaquín Caparrós está demostrando sus buenas tablas como máximo responsable del grupo. El jueves, mientras que con la mano derecha instaba a un grupo de jugadores a dejarse de piques por cinco euros para meterse en faena, con la izquierda informó en un corro de que al bueno del delegado, Andrés Garcerá, le ha salido una gira este verano como cantante por Andalucía. «Señores, lo quieren en todos los pueblos, de Ayamonte a Lepe. El hotel incluso nos han ofrecido que nuestra estancia sea gratis a cambio de que se suba todas las noches al escenario».

El gusto por los karaokes de Garcerá derivó en un manteo la noche del miércoles. Los más guasones le pasaron una nota al cantante de la terraza del hotel para que lo reclamara al escenario. Y, por supuesto, se arrancó. A falta de su tema estrella, 'El Velero', no tuvo reparos en ser «un truhán» y «un señor» a lo Julio Iglesias. Para deleite de los turistas, la nota simpática de la noche con el preceptivo manteo del final.

En realidad el carrusel de bromas había empezado antes. Al volver del entrenamiento vespertino los jugadores empezaron a cantar ondeando sus camisetas dentro del autobús. El chófer fue retado a dar vueltas en la misma glorieta y después de que Caparrós lo autorizara con un guiño pegó tres seguidas. El detalle, eso sí, es que hasta para eso hace falta el OK del míster, que se confirma como primer espada.

Más allá de otras cuestiones, recuperar el buen rollo era uno de los objetivos de la limpieza del vestuario. Manolo Salvador lo tuvo claro desde el primer momento, tal y como le explicó al Consejo cuando pidió autorización para prescindir de jugadores con contrato en vigor a raíz de la fractura por el presunto amaño del Levante-Deportivo. A petición de Caparrós sólo se ha quedado Juanfran, con el que el entrenador ha hablado ya muy claro.

Curiosamente, los trayectos en el autocar son un termómetro del buen ambiente que se respira. Y es que de los silencios sepulcrales y las caras largas se ha pasado a un escenario más parecido al de los viejos tiempos, en el que hay manga ancha hasta con las bromas pesadas. Que se lo digan a las víctimas del calcetín sudado que desfiló de los asientos de atrás a los de adelante. Cuentan que terminó en la cabeza del preparador de porteros, Luis Llopis, en la frontera con Caparrós.