De Biasi ha escrito una de esas historias que perduran en el tiempo. El triunfo de una ‘pelea’ diplomática por un sueño que parecía imposible menos para él. El alegrón en Armenia ha sido la guinda a una fase de clasificación que comenzó con la campanada en casa de Cristiano (0-1) y que siguió con un empate contra Dinamarca (1-1), a la que ha mandado a la repesca. La Eurocopa de Francia tomó cuerpo con el 0-3 en Serbia, en los despachos, en la tercera jornada, por el incidente del dron de hace un año en Belgrado. «Estoy feliz como un niño, nunca hubiera pensado conseguir lo que hemos hecho. Es una clasificación histórica para Albania. Lo hemos merecido, los jugadores lo han hecho muy bien», declara De Biasi a SUPER, un técnico con pasado en Orriols (de la jornada 8 a la 32 de la temporada 07/08, la de los impagos, en sustitución de Abel Resino) y ahora ‘señor de Albania’: «Antes del encuentro le dije a los muchachos que hace tres años y medio, en mi primer partido contra Georgia, había muy poca gente a nuestro lado. Había seguido porque creían en mis peticiones y pensábamos que existían grandes posibilidades de poder lograr un éxito. Alguien reía, diciendo que no podía conseguirlo, y ahora estoy regocijándome».

«Albania es uno de los países que jamás hubiera pensado pisar», afirmó tiempo atrás, recordando cuando le ofrecieron la posibilidad de enrolarse en este proyecto. Ahora vive en Tirana, se empapa de la historia y lengua de Albania, canta el himno y recientemente ha recibido el título de doctor ‘honoris causa’ por, sobre todo, fomentar la cohesión e identidad del país de las águilas. «En mi carrera he tenido muchas satisfacciones, pero esta clasificación supera a todas porque tenemos toda una nación detrás de nosotros. Ahora hemos hecho felices a los albaneses que hay por el mundo, a los que viven en el país y a los que están dispersos por el extranjero», destaca con satisfacción. Orgullo, coraje y honor. Así es la Albania de De Biasi, un equipo que refleja la realidad emigrante de la nación. La mirada ya está focalizada en la fase de clasificación para la Copa del Mundo de 2018, con España, Italia, Israel, Macedonia y Liechtenstein como adversarios.

De Biasi se hizo cargo de Albania en diciembre de 2011 con el objetivo de mejorar el rendimiento de una selección instaurada en el ‘pelotón de los torpes’. Más que un trabajo de campo, al extécnico granota no le quedaba otra que rastrear por los árboles genealógicos y configurar su particular generación de los hijos del exilio. Ese componente de orgullo nacional, patriotismo y amor propio que no se encuentra en las estadísticas. Gianni recorrió toda Europa para evaluar el nivel de sus opciones y pulsar su voluntad para que eligiesen Albania, un país que abandonaron de niños por culpa de la guerra de los Balcanes. Estuvo en Suiza, Suecia, Noruega, Alemania, Bélgica, Grecia, Kosovo y España, en busca de valores más necesarios que los futbolísticos.

El rastreo fue complicado, con negativas que le escocieron, sobre todo la del ahora valencianista Mustafi. En la antesala del pasado Mundial de Brasil, en el mes de enero, De Biasi y su Federación confirmaron que el por aquel entonces central de la Sampdoria apuntalaría la defensa. De inmediato, Joachim Löw, seleccionador de Alemania, reaccionó, lo citó para un amistoso en febrero y lo incluyó en la prelista de 30 para la cita planetaria. Pero se quedó fuera de la convocatoria definitiva hasta que Reus se lesionó y Löw lo recuperó. El resto de la historia es conocida: campeón del mundo. Mustafi nació en Bad Hersfeld (Alemania) en una familia albanesa, originaria de la República de Macedonia. La otra ‘derrota’ de Gianni fue Januzaj, ahora en el Dortmund. Albania quiso que abanderara su selección, pero la competencia con Bélgica pesó demasiado. Januzaj tenía cuatro opciones más de ser seleccionable: Inglaterra, Turquía, Serbia y Kosovo.

Suiza es el vivero de este histórico equipo. El central Loric Cana (albano-kosovar) escapó de la guerra cuando era un niño y se refugió allí. Los hermanos Ajeti, formados en el Basilea, han sido internacionales en las inferiores helvéticas, Abrashi, Lenjani y Gashi han crecido en el Grasshopper. Otros han regresado a sus orígenes como Taulant Xhafa, cuyo hermano mayor Granit juega también con Suiza, su país de nacimiento. O Berat Xhimshiti, autor del segundo gol en Armenia, que nació en Zúrich después de que su familia dejase atrás su pasado en una región serbia que conoció una mayoritaria emigración de familias albanesas. Más impactante es el caso del lateral Hysaj, del Nápoles, después de arribar con catorce años a Italia, país al que tiempo atrás había llegado su padre en una patera.

Gianni también ha encontrado en Suecia y Noruega un buen filón de chavales nacidos a principios de los 90. Uno de ellos es el portero Etrit Berisha, ahora en el Lazio. Nacido como el capitán Cana en Pristina, ciudad clave durante el conflicto, se exilió a Suecia y destacó en el Kalmar FF. De Noruega y con un futuro prometedor está Herolind Shala, de 22 ‘añitos’, actual centrocampista ofensivo del Slovan Liverec, que se destapó con 20 goles en 90 apariciones en el Odd noruego. Ahora tiene el radar sobre Donis Avdijav, el mejor producto de la cantera del Schalke 04, que empieza a brillar en las categorías inferiores de la selección alemana.