Los jugadores que antes desentonaban y ahora lucen son los mismos. Pero el equipo es radicalmente distinto. Apenas dos partidos han bastado para demostrar, pese a las reticencias a darlo, que el Levante necesitaba un cambio y que en Paco López hay mucha materia prima más allá del subidón. Bueno, para eso y sobre todo para darle una dentellada a la salvación encadenando por primera vez dos victorias y rompiendo de paso una racha de 12 partidos sin ganar en casa. Poco o nada tiene que ver el panorama de hace unas semanas con el de ahora. En vísperas del Deportivo-Las Palmas de este sábado, los granotas son los líderes indiscutibles de la Liga por la permanencia.
Definitivamente lo del Getafe sirvió de ensayo general. La antesala este viernes contra el Eibar del nuevo sello granota. Y es que, poniendo tierra de por medio con el de Muñiz, el Levante ratificó las buenas sensaciones que le acompañan desde el relevo en el banquillo con una victoria que lo dispara hacia la permanencia. Un triunfo, todo sea dicho, que tiene también mucho que ver con el final del fatalismo. Y también, por qué no escribirlo, con una inercia positiva por la cual al empate del Eibar le precedió ipso facto el gol de Boateng, que volvió a marcar nada más sacar de centro. El mismo santo de cara por el que poco antes Jordán había rematado contra el larguero.
El gol de la victoria lo hizo Boateng. Pero la mecha la encendió Roger. El Pistolero, con su bala de plata, fue dinamita pura. Titular por delante del resto de arietes que han ido llegando desde verano, el puesto lo amarró bien al abrir el marcador. Iban poco más de 20 minutos y, después de demasiadas jornadas languideciendo, al granota ya se le veía como un equipo efervescente. Un once al que el 4-4-2 le queda como un guante y que, sobre el campo, creía a pies juntillas en lo que hacía.
Pedro fue precisamente el responsable de meter el balón que derivó en el 2-1. Un acto de servicio en el que Boateng hizo lo que se espera de un delantero que encara al portero rival y se deshace de él. Un gol para hacer justicia pese al susto del 1-1 en un nuevo drama a balón parado, uno de los vestigios de este Levante que con victorias del nivel de continúa pasando página de sí mismo.