Los jugadores que antes desentonaban y ahora lucen son los mismos. Pero el equipo es radicalmente distinto. Apenas dos partidos han bastado para demostrar, pese a las reticencias a darlo, que el Levante necesitaba un cambio y que en Paco López hay mucha materia prima más allá del subidón. Bueno, para eso y sobre todo para darle una dentellada a la salvación encadenando por primera vez dos victorias y rompiendo de paso una racha de 12 partidos sin ganar en casa. Poco o nada tiene que ver el panorama de hace unas semanas con el de ahora. En vísperas del Deportivo-Las Palmas de este sábado, los granotas son los líderes indiscutibles de la Liga por la permanencia.

Definitivamente lo del Getafe sirvió de ensayo general. La antesala este viernes contra el Eibar del nuevo sello granota. Y es que, poniendo tierra de por medio con el de Muñiz, el Levante ratificó las buenas sensaciones que le acompañan desde el relevo en el banquillo con una victoria que lo dispara hacia la permanencia. Un triunfo, todo sea dicho, que tiene también mucho que ver con el final del fatalismo. Y también, por qué no escribirlo, con una inercia positiva por la cual al empate del Eibar le precedió ipso facto el gol de Boateng, que volvió a marcar nada más sacar de centro. El mismo santo de cara por el que poco antes Jordán había rematado contra el larguero.

El gol de la victoria lo hizo Boateng. Pero la mecha la encendió Roger. El Pistolero, con su bala de plata, fue dinamita pura. Titular por delante del resto de arietes que han ido llegando desde verano, el puesto lo amarró bien al abrir el marcador. Iban poco más de 20 minutos y, después de demasiadas jornadas languideciendo, al granota ya se le veía como un equipo efervescente. Un once al que el 4-4-2 le queda como un guante y que, sobre el campo, creía a pies juntillas en lo que hacía.

En plena metamorfosis, al Levante le paró casi todo bien. Con el balón fluyendo desde los pies de Lerma, Morales e Ivi ensancharon el campo y tanto Pazzini como Roger se fueron al descanso habiendo disfrutado ambos de una clara ocasión. La diferencia fue que el italiano, novedad en el once, la desperdició. Posiblemente no se esperaba el fallo de Ramis, pero el caso es que remató flojo y a Dmitrovic le bastó con tirar de reflejos. En cambio Roger, con instinto asesino, la metió para dentro. Un remate acrobático, con la suela del tacón, que valía oro después de otra gran acción entre Coke y Morales. Fue su primer gol de jugada tras la lesión. Y el primero también que marca en el Ciutat en la máxima categoría.

Del Eibar que apunta a Europa poco se supo. Mucho manejo de balón, poca profundidad y, hasta el gol, un par de ocasiones malbaratadas por Oier. Sobre todo una en la que achicó la portería a pies de Jordán para evitar el empate antes del descanso. Todo perfecto salvo la lesión de Campaña, que se rompió solo en una acción en la que se le quedó clavada la bota y no flexionó la rodilla. Paco tuvo que cambiarlo por Lukic en pleno descuento. Sin haber entrado todavía en calor en la reanudación, lo mismo le ocurrió acto seguido a Luna, lo que obligó a cambiar fichar en la defensa con la entrada de un Pedro López más que entonado.

Pedro fue precisamente el responsable de meter el balón que derivó en el 2-1. Un acto de servicio en el que Boateng hizo lo que se espera de un delantero que encara al portero rival y se deshace de él. Un gol para hacer justicia pese al susto del 1-1 en un nuevo drama a balón parado, uno de los vestigios de este Levante que con victorias del nivel de continúa pasando página de sí mismo.

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