El atleta keniata Geoffery Mutai se impuso en el XIX Medio Maratón de Valencia con un tiempo de 0.59:30, lo que supone rebajar en más de dos minutos el récord de la prueba y convertir al circuito de la ciudad del Turia en el undécimo más rápido del mundo, por delante del de otras ciudades como Nueva York o París, y en el segundo en España tras el de Granollers. A la consecución de esta marca contribuyó también el keniata Wilson K. Kiprotich, que finalizó segundo con un crono de 59:33, mientras que el etíope Shumi Eticha cruzó la meta en tercer lugar, 43 segundos después de cumplirse la hora.

Con este récord se ha logrado alcanzar el objetivo de los organismos públicos y el club organizador, la Sociedad Deportiva Correcaminos, de convertir esta prueba en una Media Maratón de referencia a nivel mundial, y en una cita a tener en cuenta por todos aquellos que busquen batir marcas mundialistas en el futuro. Pero el resultado deportivo no fue el único hito logrado en el día de ayer, ya que nunca antes una carrera de ruta de nivel internacional en Valencia había tenido un censo tan alto de corredores, con 6.050 participantes (4.075 en 2008). Teniendo en cuenta los éxtios de la presente edición, los organizadores esperan que el próximo año se apunten 10.000 personas a la carrera.

El primer español clasificado fue el atleta valenciano Andrés Micó, que con un tiempo de 1.07:47 llegó en decimocuarta posición a la meta, mientras que Hassan Ahouchar, campeón del circuito de Carreras Populares y primer representante de la Comunitat Valenciana, acabó décimo. En categoría femenina venció con rotundidad la keniata Beatrice Jepchumba, seguida de Yolanda Gutiérrez y la valenciana Carmen Sala, que entró tercera a la meta.

Un triunfo con recompensa

Mutai se llevó todas las recompensas posibles: el trofeo, los beneficios por su participación en la carrera y los 1.000 euros por cumplir el objetivo de pasar por línea de meta antes de la hora de carrera. Al premio que no pudo optar fue a los 30.000 euros por batir un récord del mundo de larga distancia, debido la ausencia de una empresa que se hiciese cargo del gasto, lo que plantea la duda de si hubiese sido posible superar esta marca de haberse existido este estímulo.