La situación es un drama. El Valencia no arranca y la clasificación no explota porque los tres equipos de la zona roja no suman con la regularidad necesaria para meter miedo. En la segunda vuelta, quedan puntos para todo y no se ha tocado fondo. Todavía puede ser peor. La amenaza del descenso no cuaja por demérito de los implicados. Eso es lo único que maquilla la escena. Un año después de la derrota ante el FC Barcelona (7-0) en la Copa (03/02/2016), el equipo escribió el sábado otra página negra en la historia del club. Lo sucedido en el Camp Nou fue brutal. Un ridículo.El Valencia fue inferior por volumen de energía y también por fútbol

La derrota ante el Eibar (0-4) es distinta, pero igualmente terrible por el fondo y las formas. El equipo armero no había ganado en Mestalla... hasta el sábado. El grupo de Mendilibar fue muy superior a los locales por físico, determinación y juego. Esa es la peor noticia. El Valencia fue inferior por volumen de energía y también por fútbol. El equipo cedió el centro del campo y volvió a quedarse sin capacidad para empujar con un jugador menos. Como sucedió en Las Palmas de Gran Canaria, las sensaciones y la dinámica de juego anunciaban la hecatombe con once futbolistas y con diez. No es un problema individual, pero hubo futbolistas que no estuvieron a la altura.

Las ausencias y las bajas en el once marcaron las carencias de la plantilla. La realidad se empeñó en desmontar el discurso de los ejecutivos del Valencia. El mercado de invierno ha sido una oportunidad desaprovechada. Han quedado posiciones estratégicas sin reforzar. Fabián Orellana demostró que va a sumar y puede aportar cosas diferentes en ataque. Sin embargo, la sala de máquinas sigue echando de menos un especialista en el mediocentro. Pese a todo el debate que generán, Parejo y Enzo Pérez dan cuerpo y fútbol.

Reacción auténtica o espejismo

Las dudas vuelven a planear sobre el equipo y las derrotas ante Las Palmas y Eibar han diluido el efecto catártico y reconstituyente de los triunfos consecutivos ante Espanyol y Villarreal. Reacción auténtica o espejismo. Las segundas jugadas fueron del Eibar. El equipo de Mendilibar tuvo más intensidad y más claridad de ideas. Dani García, Escalante y Adrián revivieron los problemas valencianistas en la sala de máquinas. El mando correspondió a los visitantes. Pedro León, Arbilla, Capa, Lejeune y Sergi Enrich impusieron su fútbol, cada uno con su estilo. El Eibar se plantó en Mestalla con autoridad. Mendilibar esperaba un adversario enchufado. En la previa mostró su preocupación por el ritmo y la presión del Valencia. Nada de eso apareció. La iniciativa fue del Eibar, que en distintas fases se plantó en el campo del Valencia e hizo lo que quiso. No hubo solución para librar el pressing eibarrés.

Los rivales le han perdido el miedo a Mestalla y a los blanquinegros. Respetan el escenario y son conscientes de la historia valencianista, pero el presente es frío. El equipo de Voro intimidó y partió al Espanyol. Luego repitió ante el Villarreal, pero los últimos 180 minutos de fútbol recuerdan etapas recientes y defectos que siguen vivos. Ante el Eibar, tuvo algún fogonazo -Simone Zaza- tuvo una ocasión bien clara, pero luego terminó desapareciendo. El tejido competitivo de la plantilla está reventado. Esa sensación también cunde entre el colectivo arbitral. Pitar al Valencia es muy fácil. Ante la duda, castigo. No es una excusa. En el Estadio de Gran Canaria quedó claro con las dos amarillas a Munir. El sábado, sucedió lo mismo con Carlos Soler. Hasta los jugadores del Eibar confesaron que la expulsión fue rigurosa y venía precedida del asalto de Escalante. Hacía 23 años que el Valencia no perdía por 0-4 en Mestalla en LaLiga. Fue el 11 de diciembre de 1993, con Paco Real en el banquillo, y con el Barça de rival.