Las matemáticas no han dado todavía completamente la espalda al Valencia en esta Liga de Campeones. Los pupilos de Emery, pese a la derrota sufrida ayer en Leverkusen, y el paupérrimo bagaje acumulado hasta ahora en la competición continental (dos puntos sobre nueve), dependen de sí mismos para meterse en la próxima ronda. Ganando los tres partidos que les quedan de liguilla, serán al menos segundos del grupo E, independientemente de lo que ocurra en el resto de enfrentamientos.

El billete para octavos está asegurado con 11 puntos. Pero hasta con seis podría bastar a los blanquinegros; la carambola se daría si ganan y recuperan el gol-average (para hacerlo deben vencer por dos goles) al Bayer, los alemanes pierden también sus otros dos duelos, y el Genk empata con los de Mestalla y pierde con el Chelsea. En ese caso, los blues acumularían 16 puntos, los belgas se quedarían con 5, y los de Emery saldrían victoriosos a igualdad de puntos con los germanos.

No hay que hacer ningún cálculo extraño para saber qué pasará si los de Leverkusen vuelven a imponerse el 1 de noviembre al Valencia. En ese caso, los de Emery perderían cualquier opción de ser primero de grupo, y quedarían matemáticamente apeados de la siguiente fase de Liga de Campeones si los londinenses imponen nuevamente su mayor potencial fútbolístico ante el Genk. Incluso un empate ante los germanos en casa, sin suponer nada definitivo, obligaría a los valencianistas a ganar los dos últimos choques para tener alguna posibilidad de continuar en la competición.