«Toda la gente del fútbol me dice que tiene gestos míos, en las arrancadas, en la forma de sacar el balón. Es central como yo, lleva el ´5´, pero yo creo que tiene otras condiciones que yo no tenía. Tiene sangre fría para sacar el balón, pero es mucho más aguerrido que yo en las marcas, es más valiente y más físico que yo. ¡No tiene la sangre de horchata como yo!», bromeaba Miguel Tendillo. A sus 52 años, al exfutbolista del Valencia, se le cae la baba hablando de su hijo pequeño. Se llama Alberto. Alberto Tendillo. Juega de central, tiene 17 años y este fin de semana ha dado el salto del Juvenil A para debutar en el Mestalla de Binissalem. El domingo jugó de inicio al lado de Álex Quintanilla y empezó a sentir todo aquello de lo que su padre le había hablado y aconsejado tantas veces. SUPER los reunió ayer en Paterna después del estreno en el filial del Tendillo del futuro. El Tendillo que viene.

Alberto comenzó a jugar al fútbol en los querubines del Montcada, su localidad natal. Pero su sitio estaba en el Valencia. Como su padre. A los seis años ingresó en la escuela. Siempre mirándose al espejo de su padre. «Mi padre siempre ha sido mi ídolo. Me dicen que tengo gestos de él y que nos parecemos, sobre todo en la salida de balón, pero yo siempre digo que él es mejor. Hay que salvar las distancias», dice Alberto. No compararles es imposible. Llevan hasta el mismo dorsal, el ´5´. «Llevó el ´5´ en el Juvenil porque lo llevaba mi padre y, aunque el domingo me tocó coger el ´4´ porque lo llevaba Quintanilla». Alberto estudia segundo de Bachiller, pero siempre que hacen algún partido histórico en la televisión se lanza a ella para ver si está su padre. «He visto fotos de mi padre y siempre que hacen partidos históricos los veo. Me gusta mucho verle y que me dé consejos. Aunque lo que más me dice es que disfrute». Lo mismo le pasa a Miguel. Le encanta ver a sus hijos.

«Migue juega de delantero en el Moncadense y Alberto aquí está. Ya ha debutado con el Mestalla, aunque tiene que ir poco a poco disfrutando de lo que hace y consigue. Yo a veces soy un poco crítico con él, pero ha mejorado. Le faltaba un poco de agresividad y la ha cogido con el paso de los años. Para mí es un orgullo verle jugar y como crece como futbolista. El domingo nos reunimos en mi casa con mi mujer, mi hermana y mi cuñado para ver el partido por internet». Miguel debutó en el filial un año antes que su hijo, con 16, y curiosamente también perdió. «El debut con el filial siempre es muy bonito. Yo recuerdo que jugué en Mestalla y que el entrenador era Paco Real. Perdimos, pero fue una alegría». Alberto entrenó ayer con el filial. El sueño, como era el de su padre, es llegar algún día al primer equipo.