Puede parecer corriente y simple, pero no lo es. En un momento de máxima tensión, después de sumar aciertos y restar con errores, tras arrancar aplausos y desatar críticas, durante 86 minutos, Parejo asumió la responsabilidad de tirar el penalti que podía sellar la primera victoria del Valencia o todo lo contrario. Era importante y no falló. El momento no trascenderá en la historia, pero sirvió un triunfo que es una prueba de vida después de facturar cuatro derrotas y liquidar un entrenador. Dani pudo esconderse, mirar a otro lado y ceder ante Nani, pero quiso el balón y buscó el momento como señal competencia y personalidad. Parejo se adjudicó una parte del éxito, pero pudo cargar con todo el peso del fracaso, porque una pifia hubiera sido su condena. Si bien, todo ese contexto también le brindó la oportunidad de reivindicación que necesitaba y llevaba tiempo buscando. Su discurso post partido fue potente, habló de compromiso activo con el equipo y de sufrimiento, intentó dar carpetazo a la serie de terror protagonizada durante el verano, pero terminó perdiendo fuerza con los reproches. Pudo cerrar los debates de golpe, pero ofreció alimento para sus detractores.

La recta final de la temporada pasada desconfiguró a muchos futbolistas, entre ellos, a Parejo. Su escasez se nota más porque es un jugador esencial para el equipo. Guste más o menos, los números son indiscutibles. Es una referencia imprescindible en el centro del campo. Reconocido o censurado, el centrocampista de Coslada está sometido al escrutinio permanente de aficionados y crítica. Es foco de debate permanente. Protegido por unos y aborrecido por otros, la situación se ha polarizado tras su intento frustrado de abandonar el barco. Pitado en la presentación, la oposición ha ganado adeptos y ante el Alavés se hizo evidente en cada fallo o pérdida de balón: pitos y quejas por un lado, aplausos „en señal de refuerzo positivo„ por otro.

Competir en la hostilidad

El jueves noche, Parejo tuvo 70 minutos de zozobra, pero no se escondió, en el momento culminante, quiso aparecer. Las estadísticas refuerzan su importancia, en la creación y en la contención: más pases, más ocasiones creadas, más balones recuperados, más kilómetros recorridos. ¿El problema? Sus doce pases errados y las 25 pérdidas de balón (151 cometió el equipo), un barbaridad para él, mucho más seguro en la entrega y en la toma de decisiones. La hostilidad del contexto no le ayuda. Parejo ha aprendido a competir entre sospechas. Ofrece un poco más que los demás, pero no tiene el mismo reconocimiento. Parejo es Parejo, para lo malo y lo bueno. No es un centrocampista perfecto, pero en su mejor versión (Pizzi o Valverde), marca la diferencia. Los datos de LaLiga dicen que es el futbolista más influyente. Su tranco lento y su físico engañan. Parejo es el jugador que más kilómetros recorre por partido del Valencia y también el que más balones ha recuperado. El fútbol es mucho más que números. La exigencia es obligatoria por rol y por calidad, pueda dar más y lo ha demostrado, pero también es lógico que reclame confianza.

Estadísticas completas de Dani Parejo en Liga