Mario Suárez no resistió a El Sadar. Dos errores suyos metieron a Osasuna en el partido en momentos clave. Un mal despeje, cortó y falto de tensión en el área pequeña (Mangala midió mal el centro de Roberto Torres), permitió a Oriol Riera hacer el empate a uno. En el segundo acto, con el equipo 1-2 por delante, cometió un error grave en la salida de balón cuando la situación reclamaba reventar el balón y mandarlo a campo osasunista. La pifia lanzó al adversario y el balón fue un sonajero entre despejes hasta que Roberto Torres lo puso en la escuadra, tras un mal despeje de Enzo, que dejó el balón en la frontal.

Los errores individuales y los colectivos son un lastre insuperable ante cualquier adversario. Las carencias de la plantilla también son definitivas. Faltan jugadores con recorrido en las bandas y especialistas defensivos. Munir y Mina no ayudan y eso produjo situaciones de uno contra uno para Montoya o Siqueira y después Lato. Nani, que reapareció como extremo derecho fue un drama en ese sentido. Montoya tuvo que sufrir a Carlos Clerc que fue un hombre sustancial para Osasuna desde la izquierda: cinco asistencias de remate, cinco regates, 14 centros y un gol en el que fue eliminado todos los rivales que le saltaron al paso. Ninguno estuvo firme a la hora de frenarlo... sólo anduvo cerca Carlos Soler. Parejo, Enzo, Montoya, Mario, Diego Alves. Faltó contundencia.

Alarma central

La adaptación de Mario Suárez al eje de la zaga no funciona. El centrocampista no entiende la posición. El madrileño ha intentado sumar ante la plaga de bajas en la retaguardia y puede que Voro lo necesite ante el Espanyol después de la amarilla que vio Mangala. El próximo domingo puede actuar con Aderllan Santos como alter ego, que estuvo en el banquillo. El contexto no es fácil, pero tampoco funcionan las soluciones.

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