El Espanyol siempre es sinónimo de cambios en el Valencia. Para el recuerdo de todos quedará aquella noche mágica de Montjuïc que cambió la historia del club. Rafa Benítez remontó un 0-2 en el descanso que suponía su destitución fulminante y ganó un partido que se convirtió en la primera piedra para conquistar la Liga de la temporada 2001/02. Era el 15 de diciembre de 2001. Era el germen del Valencia campeón. Pero no hay que remontarse tan atrás para encontrar a un Espanyol convertido en punto de inflexión para la historia del Valencia. Hace dos años el Valencia puso fin a una racha de doce partidos sin ganar a las órdenes de Gary Neville en un encuentro que ganó la grada de Mestalla. El año pasado el Valencia de Voro, que venía de tocar fondo en Pamplona, empezó a espantar los fantasmas del descenso a segunda precisamente ante el EspanyolEspanyol. También el partido de la segunda vuelta significó un punto y aparte en la historia reciente del club. Pocos lo recuerdan, pero el Valencia de Marcelino nació en Cornellà.

El Valencia hacía oficial el fichaje de Marcelino el pasado 11 de mayo en un comunicado oficial muy celebrado por el valencianismo. "El Valencia ha llegado a un total acuerdo en el día de hoy con D. Marcelino García ToralMarcelino García Toral por el que será entrenador del primer equipo del club por un periodo mínimo de dos temporadas. La presentación oficial se efectuará tras la disputa del último partido de la presente Liga y hasta esa fecha las partes no realizarán declaraciones públicas. El Valencia quiere expresar a sus aficionados su especial satisfacción por esta contratación", decía. El anuncio oficial de la llegada del asturiano al banquillo se produjo dos días antes de que el equipo, todavía a las órdenes de Voro, jugara el primero de los dos partidos que todavía le quedaban para acabar una temporada interminable. Era el Espanyol-Valencia de la jornada 37.

No fue un partido más. El nuevo Valencia empezaba a perfilarse a partir de la buena conexión que siempre existió entre Marcelino y Voro desde el primer día. Hubo señales de cambio desde aquella misma convocatoria. El club dejaba claro en la lista que los Mario Suárez, Siqueira, Bakkali o Santos ya no tenían cabida. Todavía más llamativa era la puesta en escena del equipo en el césped del Cornellà. Por el sistema, por la elección de algunos jugadores y por algunas ausencias que, con el tiempo se entienden mejor que no eran casualidad. Aquella tarde Voro se cargó a Enzo Pérez. Le quitó la capitanía para dárlsela a Dani Parejo y no le dio ningún minuto. Ni contra el Espanyol ni en el último partido de liga contra el Villarreal. Tampoco jugó Diego Alves. Voro apostó aquel día por Jaume Domènech. El brasileño viajó, pero vio el partido desde el banquillo.

También significativo fue el dibujo táctico de Voro. El entrenador, que venía de jugar la jornada anterior contra Osasuna con un trivote formado por Enzo, Parejo y Soler, aparcó el 4-3-3 para apostar de inicio por un 4-4-2. El sistema de Marcelino. Voro formaba un doble pivote con Parejo y Medrán -Soler tenía un descanso después de 13 titularidades seguidas- y una pareja de ataque que suena y mucho este año: Rodrigo y Zaza. Eran las primeras señales del Valencia que estaba por llegar.

Ocho jugadores de aquellos once aún siguen en la actual plantilla: Jaume, Montoya, Garay, Gayà, Parejo, Orellana, Rodrigo y Zaza. Es verdad que Garay y Orellana sobre todo pudieron salir, pero también es verdad que aquella alineación no era casual. Voro desde el banquillo y Marcelino desde la distancia empezaban a sentar las bases del nuevo Valencia. No había tiempo que perder. Aunque la liga no hubiera acabado. Había que acertar y el tiempo ha demostrado que lo hicieron.