¿El Valencia juega a las nueve de la noche el domingo contra el Hércules? Me quedaré en casa y lo veré en el sofá...». No es una frase mía, pero esconde mucha verdad. Es una realidad casi palpable que a pesar de que el Valencia está cumpliendo con los objetivos deportivos —este año está en Champions y tiene muchas opciones de estar en Champions la temporada que viene— la gente anda algo alicaída, desenchufada, desengañada o como cada uno quiera calificarlo. Es una sensación que está en el ambiente, en la calle, en Mestalla y en cada tertulia.

Como yo lo veo, el fútbol es para la gente y por ahí el Valencia suspende. Me explico con ejemplos; me enfadé mucho cuando el Deportivo eliminó al Valencia de la Copa y me llevé un disgusto que no olvidaré en la vida cuando nos eliminó el Villarreal en la segunda parte de El Madrigal. Días después de ambas eliminatorias tuve que soportar opiniones del tipo ´la copa no importa...´, y al respecto diré, con todo el respeto del mundo, que son opiniones que no están hechas desde el corazón, están hechas desde la cabeza. Preguntemos hoy a algún madridista y a algún barcelonista si la Copa importa, por ejemplo. Repito que el fútbol es para la gente y que tengo la sensación de que si el valencianismo anda alicaído gran parte de la culpa está en lo que transmite el equipo más allá del fútbol. La sensación es que el Valencia cumple los objetivos deportivos más lógicos y urgentes como si de un funcionario se tratara. Ha levantado el vuelo en la liga desde la temporada de Koeman y el coqueteo con el descenso, y eso hay que agradecérselo a Emery, pero en tres temporadas no le ha regalado ni un partido memorable a la gente. Ni una eliminatoria que saborear con sus bonitos y apasionantes días previos. No pido una final contra el Real Madrid, pero una semifinal de Copa que haga que la gente se levante de la cama y en la mente sólo tenga una cosa: «Hoy voy a Mestalla a animar, pase lo que pase».

Es decir, el Valencia no provoca que un tipo de Xàtiva tenga una bronca con su mujer porque se va al fútbol pase lo que pase y diga ella lo que diga. El Valencia no provoca que una estudiante de Sagunt pase olímpicamente del examen de mañana y vaya a Mestalla a animar a su equipo. Este Valencia cumple en la liga pero no nos da una alegría para el cuerpo. Siento envidia mala —lo admito, no es envidia sana— de ver al Madrid y al Barcelona en la final de la Copa al mismo tiempo que otro año más mi equipo ha hecho el canelo.

Por ello, les hago partícipes de la historia de Samuel, porque me parece la mejor manera de contar cómo el fútbol —y el rock and roll— es para disfrutarlo más allá de las miserias nuestras de cada día, miserias de los periodistas, miserias de los jugadores, de los entrenadores y de los presidentes. Dice Samuel: «Hola Carlos, te envío este correo electrónico para contarte una anécdota que te gustará. Tengo 26 años, soy de Onda y, como mis hermanos mayores —de 34 y 37—, siempre he sido muy aficionado al fútbol y al Valencia. Quería contarte lo que me pasó en el Viña Rock —un festival de música de Villarrobledo— en 2002. Ese fue un año especial para mí, cumplí la mayoría de edad y ganamos la primera liga de Benítez. Pues bien, el Viña Rock se celebra en el puente de mayo y ese sábado el Valencia jugaba en Mestalla contra el Espanyol, si el Madrid perdía en San Sebastián teníamos la liga en la mano. Por ello no dudé en llevarme el walkman —¡cómo ha cambiado la tecnología!— para escuchar el fútbol entre decibelios y chupas de cuero. Empezó a tocar Rosendo cuando saqué el walkman para escuchar el fútbol y a medida que la gente se daba cuenta de que había un tipo con una sudadera del Valencia que escuchaba la radio, se acercaban a preguntarme el resultado. Por un momento me convertí en periodista como tú; estaba contándole a todos los valencianistas del Viña Rock cómo iba el partido. Te imaginarás que al descanso, perdiendo 0-1 y con la expulsión de Carboni, decidí apagar la radio: ´No ganaremos la liga en la vida...´, pensé. Empezó el concierto de Barricada pero no podía evitar estar pendiente de lo que pasaba en Mestalla, recuerdo que acababa de comprarme un teléfono móvil, lo miré. Había un mensaje de texto: ´Valencia 2 - Espanyol 1. I lo millor de tot, Real Societat 3 - Real Madrid 0. Ja casi tenim ací la lliga, i per ahí, com va tot?´. Mostré el mensaje a mi hermano y nos abrazamos como locos en medio de la gente mientras cantábamos ´Las lentejuelas´. ¡Aquello no lo olvidaré jamás! Cuando terminó la música empezó lo mejor, se nos acercó un chaval que me vio con la sudadera y me preguntó por el resultado del Valencia... Comenzó a dar volteretas como si estuviera loco, llamaba a los colegas y les enseñaba el mensaje de texto de mi móvil. Y allí, un grupo de rockeros y valencianistas lo celebramos como si hubiéramos ganado la liga, allí, en medio de Albacete, en medio de la nada, cantamos como si estuviéramos en Mestalla, como si estuviéramos en casa. Carlos, te lo quería contar...».

Pues bien, para que todo el mundo me entienda, si el concierto de Barricada y Rosendo fuera hoy, Sergio no se hubiera llevado el walkman... —¡ni el mp3!— para, por ejemplo, escuchar si el Valencia elimina al Schalke de Raúl. ¡Una alegría para el cuerpo, por favor!