He escrito y dicho infinidad de veces que la actual plantilla del Valencia CF merece un monumento por su entrega y ganas de tirar del carro hacia adelante. El asunto ya no admite debate porque ellos, los futbolistas, han logrado que la opinión al respecto sea unánime. Luego pueden fallar más o menos, pero la intención no se les puede negar, y eso, cuando se trata de futbolistas del Valencia CF es mucho decir porque es precisamente lo que quiere su afición; un equipo que lo dé todo sobre el terreno de juego. Y sobre ese punto de partido quiero construir mi relato de hoy. El equipo no se empleó igual ante el Betis que ante el Chelsea, no me gusta pero entiendo perfectamente que es humano. Todos, aficionados y periodistas teníamos apuntado en rojo el partido de la Champions porque la posibilidad de meterse en octavos de Champions estaba sobre la mesa y además, como se demostró durante el partido, era muy real. Los futbolistas son ahora el mejor y más fiable patrimonio que tiene el club después de lo sucedido en los últimos meses merecen honores eternos a la demostración de profesionalidad y respeto al escudo que están demostrando, pero tiene pegas. O al menos yo le veo pegas, pero sucede que las pegas nada tienen que ver con ellos. Sé que puedo llegar a ser pesado porque lo digo demasiadas veces pero un club de fútbol profesional no puede funcionar sin estructura deportiva. No digo que haga falta un líder como lo era Mateu, digo que tiene que haber alguien que ejerza de jefe de la parcela deportiva. En ausencia de tal, y teniendo un entrenador que no digo que sea malo, Celades, pero es inexperto y además, dadas las condiciones en que llegó, tenía la obligación primera de ganarse al vestuario. La derivada es que estamos en manos de los futbolistas y se refleja en varios aspectos. Uno en la sensación de que el equipo funciona a base de arrebatos, y los arrebatos son fenomenales pero no pueden ser un método. Tienes que tener un método o patrón como equipo y cuando toca salvar los partidos desde el arrebato. Tal vez por ello caemos en el correcalles o intercambio de golpes que tan poco me gusta. Y segundo, podemos caer en algo similar a la autogestión. ¡Pánico! Pero como estamos como estamos, y aún sabiendo que los futbolistas no son los responsables, al contrario, son los que tiran del carro, a ellos me dirijo para hacerles partícipes de una reflexión: La Champions mola mucho, pero tenéis que levantaros de nuevo porque perder los derbis es muy duro.

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