De tanta rabia me da hasta pereza escribir sobre la lamentable planificación deportiva del Valencia CF en estas semanas finales al cierre de mercado. No hay voluntad de reforzar el equipo por parte del máximo accionista del club, Peter Lim, a pesar de que es absolutamente necesario para que el equipo que entrena Javi Gracia pase de ser uno más, a otro que si hace las cosas bien puede pelear por estar en competición europea. Y al ver esa pasividad por parte de Peter Lim junto al empeño que pusieron los futbolistas por ganar en Anoeta y al empeño que pone el entrenador, y me pongo malo. Es posible que llegado el momento el Valencia CF fiche tres jugadores de golpe, y estará bien porque con ellos habrá más posibilidades de que Javi Gracia haga une quipo competitivo, aunque solo sea desde la estadística, pero no cambiará la esencia de una cosa: no ha habido intención firme por parte del máximo accionista para reforzar el equipo a pesar de lo evidente y lo muy necesarios que son los fichajes. Cinco partidos son demasiados...

Es duro ver pasividad en la propiedad mientras uno recuerda a Gayà tratar de contagiar al resto de compañeros en Anoeta. Se ha hablado y valorado poco que el equipo supo sufrir y esperar su momento, y fue ahí, cuando más negro pintaba todo, cuando emergió la figura del capitán. No sé si porque el brazalete pesa, que sería lo más normal del mundo, o si fue una simple cuestión de estados de forma en este inicio de temporada, pero hasta el partido en Donosti poco o muy poco habíamos visto de Gayà. Cero dudas con él, pero lo cierto es todos lo esperábamos. La jugada del gol de Maxi hace que haya vuelto entre nosotros por la puerta grande, pero más importante que la victoria en sí misma, es ver como partido a partido se forma un capitán que si Meriton no lo remedia, va camino de las leyendas del Valencia CF. En Anoeta Gayà dejó de ser un canterano para ser un hombre al que ya no le pesan los galones, un líder que asume que cuando más fea está la batalla más hay que dar la cara. Es la primera norma del capitán: dar ejemplo. Cuando uno tiene poder ha de ser humilde y confundirlo con la autoridad moral para ejercerlo. Un capitán que da la cara por el equipo es un capitán al que los futbolistas van a seguir y escuchar cuando más complicadas estén las cosas. Un capitán que se esconde y no da ejemplo, se diluye con el tiempo. Gayà es un capitán joven y en esta vida nadie nace enseñado, pero me tranquiliza la certeza de saber que el vestuario está en buenas manos. A tal efecto, recuerdo qué me contó un joven Xisco cuando era la estrella del Mestalla y subía a entrenar con el primer equipo: "Carlos, yo veo cómo entrenan Cañizares, Carboni o Baraja, y ya sé qué tengo que hacer si quiero estar con ellos". Ese es el ejemplo de Gayà.

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