La llegada de Víctor Claver a la NBA sí es el culmen de la cultura del esfuerzo del Valencia Basket. Es la excepción que justifica el trabajo de cantera de este club y que demuestra que sí es rentable creer en un proyecto a largo plazo cimentado en el baloncesto de formación. Víctor Claver llegó del Colegio Maristas cargado de ilusiones y dudas y se va como capitán del Valencia Basket y dejando 600.000 euros. A él y a los aficionados siempre nos quedará la duda de que pudo hacer algo más, ser más líder y haber asumido más responsabilidad, pero Víctor es así y así hay que quererlo y sentirse orgulloso de él. Y cuando vuelva, que volverá, deberemos recibirlo con los brazos abiertos y disfrutarlo. Soy de los que piensa que Víctor Claver en la NBA por sus cualidades físicas lucirá más de lo que lo ha hecho en Europa. Se merece triunfar.

Seis años inciertos

Muchas cosas han pasado con Víctor desde que hace seis años iniciara su camino ascendente en el filial, jugando en Liga EBA ante 200 espectadores y entrenado por Roberto Íñiguez, el primer técnico que lo vio como alero, que trabajó duro con él hasta hacerse pesado. Roberto, pese a las broncas y castigos, siempre creyó en él. Íñiguez y Spahija fueron claves en la formación de Claver, siempre apostaron por él como tres, puesto en el que sí marca la diferencia, mientras otros, caso de Katsikaris o el seleccionador Scariolo —ahora parece haber cambiado—, iban por el camino fácil de hacerle jugar de cuatro, donde es uno más. El griego, mal aconsejado por Mulero y con el permiso de Rogers, estuvo a punto de cargarse la carrera de este jugador que ahora está en la NBA. Pero la culpa es de quien se lo permitió, como tantas cosas que pasan «entre cultura y esfuerzo».

Paco, en el recuerdo

Pero sin el apoyo y los consejos de su familia, Víctor habría sufrido. Sus padres, sus hermanos, también jugadores, su abuela... siempre estuvieron ahí para darle ese cariño que ha necesitado. Víctor casi va a salir de casa de sus padres para ir a la NBA. Qué injusto es que Paco, su padre, nuestro gran jugador y entrenador de balonmano, se fuera hace un año y no pueda disfrutar ahora de sus hijos y, sobre todo, de Víctor. No hay derecho. La de veces que Paco soñó con verlo debutar en la NBA, pero siempre repetía que «con humildad y respeto». Valores que supo transmitir a su hijo y en los que Víctor vive y crece.

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