Feliz, así me mostraba Carlos Sainz No es el mejor resultado en el palmarés del piloto español en la Fórmula 1, pero sí es una sexta plaza en la que, salvo por la falta de rendimiento de Pierre Gasly con el segundo de los RedBull, todos los grandes estuvieron en «su lugar». Eso da muestra real de dónde han sabido poner los de Woking el monoplaza.

La carrera -no hay que negarlo- fue apta para cardiacos e incluso se hizo necesario un buen café para no caer dormidos y, salvo la salida y la llegada, fue una batalla en las trincheras con poco o nada de cuerpo a cuerpo. El propio Carlos lo reconocía: «Fue una carrera controlada». El madrileño, que técnicamente no había tenido el mejor fin de semana, supo dar el martillazo cuando era necesario: en la salida. En ese crucial instante adelantó a su compañero en McLaren-Renault, Norris. Y a diferencia de lo que hizo Vettel en 2018 en esta misma pista, cuando se llevó por delante a VettelBottas El empuje le llevó a ponerse a la altura de Verstappen. Sainz -y esta es otra muestra de lo mucho que va aprendiendo en cada carrera- no se la jugó con el canibal Max, como ocurrió en Bahréin cuando, fruto del lance, pinchó y arruinó su carrera. Y así, aguantando la presión de Norris y modulando el uso de sus gomas, cruzó meta.

Lando, por su parte, perdió tres plazas al final. Con todo, fue nombrado piloto del día, ya que supo pelear sin la presión hidráulica y perdió la dirección asistida.

El resultado para los de Woking tiene un doble valor porque, además de lo dicho, supera al equipo Renault en su propia casa: un misil en la línea de flotación en la grandeur de sus rivales. El refuerzo en la gestión y en la ingeniería se empiezan a notar y también los petrodólares que gestiona Sheikh Mohammed bin Essa Al Khalifa.

Y, aunque es algo que no se suele decir delante de los micros, el resultado es también una dulce venganza de Carlos frente a los de Renault, que decidieron prescindir de él en favor de Daniel Ricciardo.

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