Era el fin de semana de Mercedes. El equipo del motorista alemán corría en casa, a menos de cien kilómetros de su sede en Stuttgart. Mecánicos, ingenieros y directores vestían ropas vintage para celebrar el 125 aniversario de presencia de la marca de la estrella en las competiciones de motor y los 200 grandes premios en Fórmula 1. Los monoplazas, parcialmente, recuperaban el color blanco que identificaba a los coches de competición alemanes anteriores al nacimiento de la leyenda de las flechas de plata. El ambiente destilaba historia y solo faltaba que apareciese por el box, con sus cronómetros en la mano, el que fuera mítico director de Mercedes entre 1926 y 1955, Alfred Neubauer. Pero el ambiente de Hockenheim deparaba una catástrofe en forma de agua para los de Mercedes, que no empezaron bien el fin de semana.
Ferrari volvía sacar las uñas en los entrenamientos pero, una vez más, los del Cavallino se desinflaron cuando los tiempos cuentan. Y esta vez fueron fallos mecánicos los que dejaron tirados a Leclerc y a Vettel. A Seb le mandaron al final de parrilla. Con esfuerzo el alemán logró reponerse y llegar hasta una increíble segunda plaza. Leclerc jugó fuerte y lo perdió todo al salirse de la pista.
La salida bajo la lluvia, que afortunadamente no se hizo detrás del coche de seguridad, fue tarea «fácil» para Hamilton, que además veía al gran coco, a Verstappen, patinar y perder un buen número de posiciones. Pero las condiciones cambiantes por el agua en pista y la presencia de zonas secas abrieron la puerta a las apuestas. Y en ese proceso Mercedes perdió una carrera que parecía suya.
En el barullo de cambios de gomas -hasta 5 por piloto-, salidas de pista y coches de seguridad emergió Verstappen que dio a Honda su segunda victoria en este temporada. El fabricante japonés puso la guinda con la tercera plaza del ToroRosso de Kvyat.
Mercedes, a pesar del cero que arruinó los festejos de su aniversario, sigue siendo el más fuerte y los RedBull apuntan a superar a los italianos de Ferrari.
