Jefas y jefazas
En los ochenta, las mujeres poderosas no solo tenían que serlo, sino parecerlo. Vuelve la ambición del dos piezas ejecutivo
Hasta los tories se reían de ella. En sus primeros años como miembro del Parlamento, Margaret Thatcher lucía tocados y joyas propias de una mujer de su época; eran principios de los setenta. Pronto se dio cuenta de que, para triunfar en un mundo de hombres, tendría que vestir con sus códigos. Contrató a una estilista, Margaret King, y se enfundó trajes de chaqueta (principalmente de la marca Aquascutum) que ocultaban sus curvas en favor de una rigidez que le valió el apodo de "La dama de hierro". Varias décadas después, Angela Merkel o Theresa May siguen camuflándose bajo un dos piezas femenino. Hillary Clinton fue mucho más allá que sus contemporáneas y se pasó la campaña en pantalones. Según revela en sus recién publicadas memorias, tituladas What Happened?, la candidata tuvo que dedicar "un total de 600 horas, 25 días enteros, a cabello y maquillaje"...
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