Qué fue de… Rappel, el pitoniso de las túnicas multicolores que fue aprendiz de Balenciaga y se cameló a la 'jet set'

La popularidad del vidente madrileño se disparó en los años noventa, sobre todo gracias a sus apariciones en televisión. A sus 78 años, todavía sigue al pie del cañón

Rappel en una fotografía de archivo

Rappel en una fotografía de archivo / EPC

Álex Ander

Habría sido necesaria una bola de cristal potente para predecir y calcular el futuro que le deparaba a Rappel, todo un talento polifacético, además de uno de los personajes más queridos por el gran público. Aunque también es cierto que al maestro de las ciencias ocultas nunca le hizo gracia eso de conocer su propio porvenir. "Me tengo miedo a mí mismo, porque si me veo algo mal seguro que perdería parte de mi sensibilidad, estaría en un sinvivir", aseguró al respecto. "De hecho, cuando he predicho algún mal a familiares, como no sabes la fecha exacta en que se va a cumplir, lo pasas fatal".

Niño bien del madrileño barrio de Salamanca, Rappel, cuyo verdadero nombre es Rafael Payá, se formó como profesor de francés y empezó como modista de alta costura. "Mi abuelo y mi padre se fueron a París en el 39, no tenían ni un duro, la guerra les había dejado sin nada", ha explicado. "Balenciaga, que era amigo de mi abuelo, les aconsejó que pusieran un comercio de telas y les prestó dinero. Balenciaga quería que yo fuera modisto: me enseñó a probar vestidos a las señoras. Él no diseñaba: creaba sobre la modelo, añadiendo y quitando telas. Fui modisto durante 22 años, el primero que hizo un desfile con las modelos bailando en la pasarela".

Entre prueba y prueba, Rappel solía echar las cartas a las clientas que frecuentaban el salón-recibidor de su taller de ropa a medida —un negocio que dejaría tras la llegada del prêt-à-porter—. "Desde pequeño adivinaba cosas a mi familia y a los compañeros de colegio. A los nueve años de edad me enseñó a leer las cartas una pipera, y yo se las echaba a las criadas de mi casa y a mis hermanas. Durante muchos años actué como futurólogo por afición, hasta que decidí hacerlo profesionalmente", aseguró el madrileño, que en 1970 debutó en televisión haciendo astrología en un programa infantil de TVE presentado por María Luisa Seco.

Centro de atención de tertulias

Cuando vio que acudían más personas a la tienda para que les leyera las manos que para comprar, Rappel se animó a abrir su propia consulta privada del tarot. Una de sus madrinas fue la actriz Niní Montián, marquesa de Ampudia, quien pensó que podía ser divertido hacer demostraciones en las reuniones que celebraba en su casa, por la que desfilaban tanto artistas como personas de la aristocracia y diplomáticos. 

"Me convertí un poco en el centro de atención de esas tertulias. Aunque seguí con la moda, estaba en ese momento anímico en que cada vez más me interesaba, sobre todo, este mundo extraño. Hice luego amistad con Mayte Cortés, dueña entonces del Florida Park, que me propuso trabajar con ella de relaciones públicas en la sala. Tras las actuaciones, nos reuníamos en grupo y yo leía las manos y echaba las cartas… Esto me introdujo, obviamente, en el mundo social, especialmente del espectáculo", relató a un periodista un hombre que le llegó a echar las cartas al dictador Franco en su despacho particular en el palacio de El Pardo.

Pero tanto se volcó el pitoniso en su vocación que su entonces esposa, Luisa Chaverri, decidió separarse de él a finales de los ochenta, después de asistir a la trágica pérdida de uno de los cuatro hijos que tuvieron juntos. "Diez días antes de su primer cumpleaños, mi hijo falleció de una hemorragia cerebral", contaría Rappel. "Este suceso afectó profundamente a mi mujer, igual que a mí, y durante un tiempo apenas salimos de casa. Fue una depresión muy fuerte que me sirvió, además, para sufrir tremendas decepciones. Personas que yo creía mis amigas, incluso familiares, no nos dieron el calor humano que necesitábamos y esperábamos".

En realidad, su fama se disparó cuando coincidió en un hotel de Marbella, localidad en la que ya llevaba un tiempo veraneando, con la hija primogénita de Julio Iglesias, Chábeli, que le pidió que le adivinara el futuro. "Me puse a leerle las manos y el periodista que estaba con nosotros empezó a sacar fotos", ha contado. “El reportaje, por tratarse de Chábeli, se publicó en todas partes. De pronto, todo el mundo en Marbella me reconocía. Empezaron a hacerme entrevistas, me llamaban para que acudiera a fiestas donde estaban todos esos famosos que llenan las páginas de las revistas del corazón, adivinaba muchas cosas y el éxito fue tremendo”.

A partir de ahí, Rappel empezó a pasear sus dotes adivinatorias y sus túnicas multicolores por emisoras de radio, revistas del corazón y programas de televisión como el magazine nocturno ¡Hola Raffaella!, presentado por la italiana Raffaella Carrá, donde, sentado en una mesa con forma de globo terráqueo, dirigía una sección sobre extraterrestres y fenómenos paranormales, o Tómbola, donde cobró un pastizal por leerles el futuro a los invitados de ese polémico programa producido para la televisión autonómica valenciana.

Rappel y Bárbara Rey

Rappel y Bárbara Rey / SD

De los tarot a la telerrealidad

"Me pongo lo que me gusta, me veo bien con esta imagen y no voy a cambiarla", respondió cuando le preguntaron qué opinaba sobre ciertos comentarios de sus detractores. "Se lo digo más claro: cuando salgo de casa voy a que me vean, a no pasar inadvertido, y me encantan mis puestas en escena. Puedo gustar o no, pero, desde luego, no caigo indiferente. Y nadie puede afirmar que pierdo la compostura, porque ni bebo, ni me drogo, ni soy un indeseable. Jamás he montado un escándalo. Soy un hombre pacífico, tranquilo y muy buen conversador que tiene amigos en todas las escalas sociales; lo mismo hablo con un embajador que con un rey, una prostituta o un travesti".

Con el tiempo, la industria de los gabinetes del tarot privados comenzó a decaer y muchos pitonisos tuvieron que reinventarse. Para seguir llenando su hucha, Rappel aceptó explorar terrenos desconocidos: no solo aceptó debutar como actor teatral en una comedia titulada El secuestro del adivino (2017), sino que participó en distintos programas de telerrealidad como GH VIP, donde compartió con sus compañeros que llevaba más de tres décadas ennoviado. Ya en primavera de 2023, poco después de superar una grave neumonía que le llevó a estar al borde de la muerte, añadió que su pareja respondía al nombre de José María y que, además de darle cariño, también es su actual secretario y mano derecha.

A sus 78 años, Rappel sigue al pie del cañón y, por lo visto, sin pensar en la retirada. No en vano, hace poco terminó de escribir su biografía, está preparando una docuserie sobre su vida y cada día, por la mañana, pasa consulta en el despacho que posee en un edificio del centro de la capital española. "Vendí el ático que tenía en el barrio de Salamanca y me fui a vivir a las afueras de Madrid, donde estoy muy a gusto en una casa preciosa que compré hace más de 20 años para los fines de semana y vacaciones", dijo recientemente a una revista. "Pero claro, la gente que acude a mi consulta no puede ir hasta allí, porque recibo a muchas señoras que no conducen, que son mayores… Así que este apartamento me viene perfecto porque aquí también atiendo por teléfono a clientas que viven en Argentina, Chile, Colombia, México… y también a muchísima gente de fuera de Madrid. Me llaman, reservan la hora y yo aquí estoy, atendiéndolos. Como digo siempre, soy casi como un confesor, un confidente y un amigo".