Amadeo Salvo y Roberto Soldado ni siquiera se conocen, no han hablado nunca cara a cara en los dos meses que han pasado desde que es presidente del Valencia. Sí lo hicieron alguna vez por teléfono y fue en ese momento cuando el presidente decidió cambiar el rumbo y recibir al Tottenham. Se va Soldado, pues, sin conocer al presidente que ha querido hacer de él la bandera de este nuevo Valencia y que hasta el final se ha resistido a vender. Salvo sale reforzadísimo de esta operación, algo que no es fácil cuando la operación consiste en vender a tu gran estrella, eso que se lo digan a Llorente. Y sale triunfador de esta no ya por haberse mantenido firme en los treinta millones, lo que el aficionado captó es que su presidente se ha mojado hasta el sombrero por defender los intereses del Valencia CF. Como todo futbolista, en ésto Soldado ha defendido los suyos. Se le puede reprochar que prefiera el Tottenham antes que el equipo de su tierra y el que le ha convertido en una estrella, nada más. Ha sido un digno sustituto de Villa, vino por diez y se va dejando treinta, ha marcado muchos goles y hasta el último partido lo dio todo por esta camiseta. Lo dijo un señor en la última junta de accionistas, el que no quiera jugar en el Valencia, bon vent i barca nova.

TOTTENHAM

ESTO VIENE DE ATRÁS

Salvo se encontró ya al llegar una operación diseñada y lista para ejecutar. El Valencia vendía a Soldado al Tottenham por una cantidad que habría estado entre 20 y 24 millones, cerca de los 30 de su cláusula de rescisión, que por cierto no se subió en la última ampliación de contrato el verano pasado. Paralelamente, Braulio Vázquez tenía atado el fichaje por diez millones de Iago Aspas, el sustituto de Soldado. Amadeo Salvo tumbó las dos operaciones, una con más criterio que la otra, aunque en aquel momento quizá era lo que había que hacer.

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