Pocos pensaban al acabar el partido con el Almería que Djukic tendría oportunidad de volver a sentarse en el banquillo. Uno puede llegar a plantearse que, si el Valencia no le gana al Almería en Mestalla, no le ganará a nadie, pero a lo hecho, pecho. El entrenador, y esto es público, no siempre ha estado afortunado con el verbo, aunque en el fondo no son las palabras sino los hechos lo que más está fallando en el método de Djukic. Entre lo que dice y lo que después suele hacer media un abismo por el que se precipitan los jugadores y se pierden los partidos. Por eso, después de escuchar lo de los currantes y los señoritos, lo de ponerse el mono de trabajo y bajar al barro, hay que esperar la traducción que tiene todo eso en el terreno de juego. Si no se gana a lo mejor es porque los jugadores han corrido poco, y entonces lo diremos así, pero también puede ser porque han corrido mal, y ya estamos viendo que no son pocos los que viven en ese vestuario y piensan que ni se preparan los partidos ni se estudia a los rivales como antes. Sí, los futbolistas son egoístas y por eso el aficionado a menudo dirige hacia ahí buena parte de su ira, pero algo de verdad habrá porque además es lo que se ve en el campo.

Al final, el discurso de poner «a gente currante que trabaje y se implique» no es tan diferente al «moriré con los que luchan» que pronunció la víspera del partido en Cornellà, y que provocaron el primer cortocircuito. El objetivo y el deseo es que esta vez consiga el efecto contrario, porque el Valencia está en serio peligro y necesita sumar puntos con urgencia. En realidad este club necesita muchas cosas con urgencia, pero si el equipo se hunde puede que esta vez se lleve por delante todo lo demás. Así que hoy, todos con Djukic y con los jugadores.

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