Hasta hace unas horas pensaba que Jeison Murillo era un tipo noble que esperaba su momento para volver a jugar en el Valencia CF aunque para que eso ocurriera tuvieran que echar antes a Marcelino. Bueno o no, es lícito que un futbolista al que un entrenador no pone tenga la esperanza de que ese entrenador se vaya para así volver a tener al menos la oportunidad de jugar. Tampoco le censuro que tenga la ambición de ser jugador del Barcelona porque todos sabemos lo que supone eso, fama, mucho dinero y títulos.

Si lo pensaba Alcácer, ¿cómo se lo vamos a reprobar a un colombiano que ha pasado ya por... no sé cuantos equipos? En lo que no está acertado ni inteligente el jugador es en la forma, porque se pueden explicar las cosas de otra manera sin herir sensibilidades ni buscarse enemigos de manera totalmente gratuita. Si el sueño de Murillo era jugar en el Barcelona, también lo era cuando el Valencia lo sacó del Inter, o cuando este verano el club tuvo que pagar el grueso de ese traspaso.

En fin, que lo mejor para él y para el Valencia será que haga cuatro buenos partidos y el Barça porque eso de volver aquí después de jurar amor eterno a otra camiseta nunca será de buen gusto para ambas partes. Aunque, la verdad, no es fácil que eso ocurra. Que Dios le ayude.