Entrenador todavía está por ver pero valiente, desde luego, es. Más bien atrevido, se podría decir. Todo el mundo le pedía un cambio después del decepcionante fútbol exhibido el día del Leganés y Albert Celades lo cambió casi todo excepto lo que todos pensaban que debía cambiar, que era el trío del centro del campo. Empezando por el portero, jugándosela con un futbolista que acaba de llegar como Thierry en el lateral derecho para terminar obviamente por Kang In Lee, que antes o después iba a aterrizar en el equipo titular. Como si estuviera escrito. El resultado de todo este cóctel explosivo fue un Valencia CF prácticamente irreconocible, que recibía un gol sin apenas haber salido a jugar y a partir de ese golpe deambulaba por el terreno de juego de Mestalla como alma en pena. Era difícil dar crédito a lo que estábamos viendo, en la grada el que más y el que menos se echaban las manos a la cabeza pensando la que podía caer esta noche, y algo así les debió ocurrir también a los hombres de Bordalás, que en base a la historia reciente de estos enfrentamientos ni en sueños podían imaginar que esto iba a ser tan fácil.

Descontrol

Como nada de lo que ocurre en estos partidos es normal, recordemos si no a Hugo Duro y la remontada de la Copa, cuando el Getafe tenía la situación perfectamente controlada el Valencia fue y le hizo tres goles en diez minutos. Después, cuando el Valencia CF tenía el marcador a favor y en su caso parecía tenerlo todo bajo control, fue el Getafe el que le dio dos hachazos y no se llevó el partido de puro milagro. Una cosa está clara, el técnico, apueste por un once o por otro, tendrá que poner freno a esto, porque este descontrol, que es como definió el propio Celades lo que ocurrió en buena parte del partido, no le va a venir nada bien al equipo para empezar a crecer.

Error y negligencia

Si Cucurella no llega a poner el brazo ahí el balón habría entrado y el Valencia ganado el partido. De todo lo que rodea esa jugada final en la que el futbolista del Getafe se ayuda del brazo para impedir que la pelota entre en la portería, lo más llamativo es sin duda que, siendo una acción tan decisiva y determinante para el resultado final del partido, el árbitro ni siquiera la quiera ver en el monitor habitlitado para ello. El error se puede entender, ahora menos que antes siendo como tiene a su disposición el VAR, la negligencia no.