Eso de que al Valencia CF le puede pasar factura el conflicto con la Federación de Rubiales por la denuncia de la Supercopa es algo que llevamos rumiando desde hace tiempo, en el fondo pensando que no se atreverían en un fútbol que ahora está bajo el paraguas tecnológico del VAR que al menos a priori debería reducir el margen de manipulación. Pero, en vista de que el tema va a más cada partido, de que se han acabado los academicismos, de que el propio club ya habla de ello abiertamente y va dejando en cada declaración la sombra de la duda, no hay motivos para seguir callando.

Y más ahora que cada vez son menos los que confían en la limpieza del sistema, que por lo visto los tontos de LaLiga ya empezamos a ser mayoría, que el fútbol español es un clamor después de tres partidos seguidos en los que el VAR le ha regalado el liderato al Real Madrid. Federación y colectivo arbitral, bajo el mando de dos personajes con un alto concepto de sí mismos como Luis Rubiales y Carlos Velasco Carballo, se han ganado a pulso el descrédito cuando lo tenían todo para que la justicia imperase por encima de la mano negra de siempre.

Entre sus propias dudas y el hecho de no saber por dónde vendrán en cada jugada las líneas del VAR, el Valencia lo va a tener crudo para meterse en la Champions. Tendrá que mentalizarse para hacer al menos tres goles por partido contando con que alguno le van a anular seguro, los jugadores cortarse las manos -y los codos- para no incurrir en penaltis y desde luego dejarse la piel para mantener la portería a cero. Veremos.