El presidente del Valencia CF vive encantado de conocerse a sí mismo, podrá ir a la ciudad deportiva y seleccionar a los chavales que han de hacer la pretemporada con el primer equipo, pero como gestor de un proyecto deportivo, o como director deportivo, lo mejor que puede hacer es destituirse a sí mismo y buscar gente competente. Puede entenderlo como una crítica, casi seguro, o entender que es una cuestión de responsabilidad, porque si el equipo acaba entrando en la UCI necesitará profesionales expertos y competentes para salir. Y con toda la urgencia del mundo, porque ya se ve con cierta claridad que la temporada se le puede acabar complicando mucho a este Valencia hecho con mucha tijera y muy poca cabeza.

No le gana prácticamente a nadie, no es superior a nadie, no juega mejor que nadie. Si marca primero le empatan, o casi le ganan como el Athletic, y si va por detrás nunca le da para remontar. Es dramático ver a once futbolistas sin saber qué hacer con el balón más allá de entregarlo al rival, cada vez más cerca de Jaume. Murthy y Lim se están cubriendo de gloria con la que han liado, pero también Gracia. No es posible que esta plantilla, con sus limitaciones, dé tan poco de sí. No es el Valencia el único club con limitaciones, ha de encontrar y explotar sus argumentos y ventajas competitivas porque puede y debe estar por delante de equipos como el Cádiz, el Elche, el Eibar y, visto lo visto, el Athletic. Y hasta duele tener que poner el listón tan bajo.