El director deportivo de la escuela del Levante, David Salavert, está contra las cuerdas después de que 50 entrenadores de las categorías inferiores hayan suscrito un manifiesto que ya han trasladado al club a nivel oficial y en el que denuncian sus condiciones de trabajo. Una rebelión en la cantera que apunta directamente a Salavert, cuya figura se encontraba ya en el ojo del huracán a nivel interno por distintos motivos. La rebelión en la escuela es tal que, una vez cerrado el mercado invernal y reforzado el primer equipo, se trata de la patata más caliente que Quico Catalán, Manolo Salvador y el Consejo tienen en la mesa.

En el manifiesto, al que ha tenido acceso SUPER, los trabajadores de los cuerpos técnicos de la cantera reclaman «mayores cotas de estabilidad y consideración por parte del club» con el objetivo de «poder así responder a las exigencias y demandas por parte de la dirección de las categorías inferiores». A lo largo de varios folios, desgranan «el día a día» en la Ciudad Deportiva de Buñol. En especial, denuncian tener el sueldo congelado los últimos seis o siete años y, en el peor de los casos, reducido debido a la nueva y polémica ley de 2013 por la cual las cantidades que perciben son ahora en bruto en lugar de en neto. «No existe una relación coherente respecto a las exigencias por parte de la dirección y las cantidades que perciben los entrenadores», suscriben los firmantes, que se quejan de que las retribuciones se alejan «de manera desmesurada de sus homólogos en muchos de los clubes profesionales contra los que se está compitiendo». El sueldo de los primeros entrenadores ronda los 450 euros en Fútbol-11 y los 250 en Fútbol-8, siendo ellos los más afortunados.

Al margen de desgranar aspectos sobre su trabajo diario, los técnicos apuntan directamente a Salavert cuando denuncian sentirse en una situación de «desamparo y de lucha por nuestra dignidad profesional por parte de la dirección de las categorías inferiores». Además, reclaman «un crecimiento proporcionado de todos sus trabajadores y más homogéneo».

Lo que en la carta no cuentan

Era casi una quimera codearse con Valencia y Villarreal, pero en las últimas temporadas, el Levante ha dado un paso al frente, luchando por títulos, dejando su sello ante las mejores escuelas de España. Para la historia, la generación juvenil de 2013 que se metió en las semifinales de la Copa del Rey y se quedó ante el Madrid a las puertas de la gloria. ¿Qué ha pasado con estos chavales? Solamente Camarasa se ha hecho un hueco y, en menor medida, Jason, ahora cedido en el Albacete. Los demás, como muchas camadas con mimbres anteriores y posteriores, han desaparecido. Ni rastro en el filial. Como solución, fichajes de fuera y puertas cerradas al rendimiento de la base. Desgraciadamente, una vez acabada la etapa de juvenil, toca hacer las maletas. Esa progresión casi imposible es otro de los aspectos que más desquicia a los técnicos que hacen horas y más horas en Buñol sabiendo que el propósito primordial de una cantera no se cumple. Que el grifo de jugadores de la casa en la élite no se cierre con los Iván, Rubén o Camarasa. Ese trabajo de campo que le reclaman al propio Salavert, con quien la química ha desaparecido desde hace tiempo y que ahora se hace ver más después del manifiesto de medio centenar de técnicos.