Inofensivos y vulnerables (1-1)

El Levante, que se encontró casi sin merecerlo con un gol en propia de Arbilla, desaprovechó la ventaja y la enésima oportunidad de asaltar el ascenso directo tras empatar en Ipurúa ante el Eibar. Un error de Róber Pier condenó a su equipo a perder dos puntos vitales para pelear por el objetivo

Imagen del Eibar - Levante

Imagen del Eibar - Levante / Levante UD

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El ascenso directo no deja de ser el objetivo por el que el Levante sueña cada día. La ilusión que se respira por subir a la élite es el motivo de ser en Orriols, al igual que una auténtica obligación. Nada, ni nadie, le quitará al conjunto de Javi Calleja su intención de pelear, hasta el último suspiro, por recuperar la categoría perdida. Sin embargo, el devenir de la competición liguera, sobre todo en el último mes, está siendo testigo de un Levante que se queda a medias, que tropieza con múltiples infortunios y que, sobre todo, desaprovecha sus ocasiones para atacar o, en su defecto, asentarse en una de las dos primeras posiciones. El empate cosechado en Éibar (0-0), independientemente de que sea de difícil calificación, es la enésima piedra en el camino hacia el ascenso. Especialmente, si no aprovecha golpes de fortuna. A pesar del tanto en propia de Arbilla, un error grave de concentración de Róber Pier, que desvirtuó por completo su notable actuación, se tradujo en la pérdida de dos puntos de oro. Los mismos que se cayeron, por ejemplo, ante el Zaragoza y en tantísimos partidos. El final de la jornada determinará si la unidad sumada en Ipurúa tendrá motivos a los que agarrarse, pero mientras el Levante desaproveche tantas oportunidades, el ascenso no dejará de enredarse.

El cuadro dirigido por Javi Calleja no lo tuvo fácil en territorio vasco. El Eibar, rápido en la circulación y presionante en todos los contextos de encuentro, quiso fortalecer su condición de líder encajonando a su rival. Al Levante, que actuó a fogonazos, no le quedó otra que resistir. Sobre todo en la primera parte, donde un tibio remate de Cantero tras una pelota parada de José Campaña fue la oportunidad más ‘peligrosa’ de los levantinistas. El conjunto de Gaizka Garitano las tuvo. De hecho, coqueteó con el gol en más de una ocasión. Su primera declaración de intenciones aterrizó a través de las botas de Rahmani, que desde el pico del área y después de una asistencia de Stoichkov que habilitó al ‘11’, cruzó un disparo que, por centímetros, se marchó desviado. No en vano, la más clara tuvo a Tejero como protagonista, quien, incomprensiblemente para los presentes en Ipurúa, no aprovechó un pase al espacio de Bautista. El futbolista del Eibar, totalmente solo, dentro del área y prácticamente a portería vacía, la mandó fuera.

Incapaz de bajas las revoluciones de la contienda, el descanso fue un alivio para el Levante. Apenas intimidó la portería de Zidane y despertó alarmantes sensaciones ante los constantes acercamientos del rival. Los de Javi Calleja no dieron argumentos sólidos para conseguir los tres puntos. Por ello, el entretiempo, además de servir para reajustar la pizarra levantinista, fue un consuelo. A partir de la reanudación, el Levante fue ganando terreno sobre el césped de Ipurúa, pero sin imprimir peligro ni intimidar. La segunda parte, es más, se convirtió en un ejercicio de máximo respeto, aunque el Eibar fue el equipo que, por enésima vez en el encuentro, más cerca se quedó en desnivelar el marcador al cuarto de hora del segundo tiempo, cuando Rahmani no punteó, por poco, un remate en semifallo de Corpas.

Un fallo grosero supuso perder dos puntos

Contra todo pronóstico, debido a que no protagonizó ocasiones de grandísimo peligro, al Levante se le apareció, literalmente, la Virgen. Arbilla, tras un centro envenenado de Marc Pubill, introdujo en su propia portería el gol de la esperanza granota. El Levante, pese a no merecerlo, se vio por delante en el marcador, pero de la misma manera en la que dio indicios de resucitar de su mala dinámica de resultados y de dar un golpe encima de la mesa, cavó su propia tumba de forma sangrienta y cruel. Stoichkov, caracterizado por ser un depredador, olió la sangre en el momento en el que Róber Pier, tras recibir un pase de Álex Muñoz, erró en su intento de cederle el esférico a Joan Femenías. El ‘4’ falló y el atacante mató a un Levante al que no le quedó otra que morir sobre el terreno de juego de Ipurúa. Los de Javi Calleja, más con corazón que con cabeza, y con la necesidad de que su orgullo no quedase más herido si cabe, fueron a por el segundo, pero sin precisión ni fortuna. El Levante volvió a desaprovechar su enésima oportunidad de soñar con el ascenso directo. El paso de las jornadas dice que cada vez queda menos competición, y tantas ocasiones tiradas por la borda, hacen que la ilusión de subir a la élite por la vía rápida se tambalee con fuerza.