Sardar Azmoun, Pouraliganji, Alireza Jahanbakhsh, Saeid Ezatolahi, Ramin Rezaeian, Karim Ansarifard, Mehdi Taremi... No son súper estrellas, pero el traje les queda de lujo. La sesión de fotos -en plan modelazos- previa al Mundial ha servido para descubrir la buena planta del equipo iraní. Así es el fútbol. Las galerías han rodado por las redes a todo trapo de inmediato. Sobre el campo, el uniforme es muy diferente: poquita elegancia, escasos toques de clase y el buen gusto... es relativo. Irán lo dejó claro en el estreno. Después de veinte minutos de tiki-taka marroquí, el Team Melli llevó el partido a su terreno: ritmo trompicado, interrupciones constantes, protestas, simulaciones, faltas tácticas, agresividad, orden y salidas al contragolpe. Así consiguieron desquiciar a Marruecos. El gol de la victoria llegó, en el minuto 93, a través de una falta lateral (Sofyan Amrabat se la podía haber ahorrado) que Aziz Bouhaddouz se metió en propia puerta. El triunfo no fue injusto. Fue el segundo en cinco Mundiales. El primero llegó ante USA en el Mundial de Francia 1998.

La referencia sobre su estilo es clara y no engaña. Los iraníes tienen trampa. Son artistas del juego subterráneo. Ante España habrá nueva vuelta de tuerca: repliegue intensivo, resistencia al límite, sacrificio, despliegue sin balón y guerra de guerrillas permanente en busca de un error. El equipo de Queiroz tiene las ideas claras y un bloque bien armado, aunque no granítico. Marruecos generó peligro y España cuenta con el circuito colectivo -y la calidad- para resolver sin dramas, incluso golear. Irán tratará de hacer el partido largo. La Selección no debe perder los nervios. Continuidad, ritmo alto, intención y máxima atención para evitar el error y controlar sus tres armas principales: el contragolpe, el juego directo más llegada (segundas jugadas) y el balón parado. Si el marcador no se rompe rápido, paciencia. La diferencia es radical. No son México, no son Islandia y tampoco son Suiza, aunque su estado emocional sea una bomba.

Los más competitivos de Asia

Sardar Azmoun y Alireza Jahanbakhsh -máximo artillero de la Eredivisie holandesa con 21 goles , jugando como extremo derecho en el AZ - son la excepción dentro de un equipo que concentra sus internacionales entre equipos de segunda fila en Europa y los gigantes del campeonato persa. Vahid Amiri (Persepolis), Omid Ebrahimi (Esteghlal), Ramin Rezaeian (Oostende), Haji Safi (Olympiacos), Masoud Shojaei (AEK Atenas), Alireza Beiranvand (Persepolis)... Todos están al servicio del colectivo. Irán pocas veces se descose. Su último paso en la fase de clasificación asiática subraya su personalidad. Diez partidos, nueve porterías a cero. Sólo concedió dos goles, en la última jornada, ya clasificado ante Siria. Después, pocas florituras y marcadores cortos: 1-0, 2-0 como mucho. Irán dominó con autoridad un grupo con Corea del Sur, Uzbekistán, China (aspirante a potencia) y Catar, próxima anfitriona del Mundial. Son referencias. En Kazán, todo depende de España.