La mejor noticia de la goleada ante el AZ Alkmaar no fue la lluvia de goles obtenida por el Valencia, ni tampoco su clasificación para las semifinales de la Euroliga, lo más extraordinario es que la portería de Alves quedó imbatida. Todo un logro. Desde que empezó el año, sólo tres equipos se habían quedado sin celebrar un gol en Mestalla, y cada uno en un frente distinto: el Stoke en Europa, el Sevilla en la Copa del Rey y el Sporting en la Liga. El grado de vulnerabilidad exhibido por los valencianistas ha adquirido unos niveles alarmantes en los últimos tiempos. Así que celebremos la buena nueva con la esperanza de que sea el inicio de una etapa en la que se impongan la sensatez y la coherencia. Puede que Unai haya recapacitado en estos días tan dados para la meditación y el recogimiento íntimos. Así se explica que mantuviera a los dos centrocampistas de contención cuando dio entrada a Parejo en la segunda parte y con la eliminatoria encarrilada. Lejos de quitar a Topal o Tino Costa, reemplazó a Jonas, con lo que el equipo mantuvo su equilibrio natural. Los holandeses se quedaron sin posibilidades de recortar la diferencia en el marcador y enfriar los ánimos de una hinchada que no está para demasiados sobresaltos. Ese momento, el del cambio, resultó más significativo y trascendental de lo que aparentaba. El entrenador del Valencia apostó por no desguarnecer la medular y ofreció a Parejo la libertad que precisa para jugar a su aire, como más cómodo se siente el jugador de Coslada.

Más ambiente

Cómo era de temer, Mestalla apenas superó la mitad del aforo en la última cita continental. Demasiados asientos libres para un choque en el que se ventilaba la presencia valencianista en una semifinal europea. Sin embargo, los presentes no cesaron de animar y de ayudar al equipo, detalle que, por supuesto, se ha obviado por la mayoría de los analistas nacionales, tan sensibles a cualquier atisbo de protesta en el graderío. El afán recaudatorio y la jornada festiva frenaron la asistencia masiva de espectadores, aunque este hándicap quedó compensado por el entusiasmo de los asistentes que vieron recompensada su fidelidad con una actuación convincente. Los responsables del club acertaron, eso sí, en situar al público en la zona baja del estadio, donde más se nota el apoyo y donde las cámaras de televisión centran en gran parte el seguimiento del partido, atentos a todo lo que ocurre en las gradas.

Madrid en la sopa

Visita al Bernabéu, partido contra el Rayo Vallecano, semifinal ante el Atlético. Madrid nos mata aunque haya AVE. La cita de esta noche siempre resulta especial, por diversas razones. El Valencia suele ofrecer su mejor versión en la capital cuando comparece a orillas del Manzanares, lo que supone un alivio de cara al choque previo a la final de Bucarest. La camiseta rasgada de Zigic ya ha puesto al personal en ebullición. Al menos, la vuelta será esta vez en Mestalla. Sin embargo, de sus actuaciones en el feudo del Real Madrid hay más lamentos que buenos recuerdos. No hace falta recordarlos, están bien presentes en el ánimo colectivo. La última ocasión en la que el Valencia ganó en Chamartín era, como hoy, domingo de resurrección. A ver si se repite la historia.

Discreto y olvidado

Zárraga llegó al Valencia a principios de los años setenta con la difícil misión de cubrir el inmenso hueco que dejó Vicente Peris con su prematura desaparición. No salió airoso de la prueba, aunque puso todo su empeño y le sobraba preparación. Un desliz burocrático le condenó. Además, las circunstancias y el entorno jugaron en su contra. Pese a su efímera vinculación con la organización del club de Mestalla, y a los tiempos convulsos que le tocó vivir en aquel período, no estaría de más que los actuales rectores del club demostraran su sensibilidad respetando la historia y, de paso, honraran su memoria.